Por cada multimillonario, millones pasan hambre. Esto es lo que crean los multimillonarios: la concentración de riqueza en pocas manos. Cuando escuches hablar de algún multimillonario que se presente para presidente o de algún otro multimillonario que compra Twitter mientras pasas por delante de campamentos de indigentes mientras vas a tu segundo trabajo, no te equivoques: todo está conectado.
Te dirán cualquier cosa para hacerte creer que tus problemas son culpa tuya, para enfrentarte a los demás, para que trabajes doble turno y así ganar más dinero para ellos. Pero por mucho que trabajes, ellos se llevan a casa más plata que tú. Esa es la naturaleza del capitalismo.
Nos dicen que quieren preservar la libertad de expresión, que nos ofrecen “oportunidades”, que están aquí para protegernos. Luego compran las formas en que nos comunicamos, arreglan los algoritmos, determinan lo que vemos y oímos. Patrocinan a fascistas que atacan a cualquiera que les critique, difunden mentiras para fomentar luchas étnicas y religiosas. Quieren que el dinero sea lo único que tenga valor para que no podamos soñar con nada más.
Nos merecemos un mundo en el que se respete a las personas por lo que comparten, no por lo que toman para sí mismas. El verdadero problema es el sistema que crea estas desigualdades en primer lugar. En lugar de competir por ser los que explotan y oprimen, suprimamos los medios por los que lo hacen.
¡Por un mundo sin tiranos ni magnates!