Durante la última década, Stop Huntingdon Animal Cruelty (SHAC)—ha llevado a cabo una campaña internacional de acción directa contra Huntingdon Life Sciences (HLS), la mayor corporación de Europa de experimentación animal por contrato. Al fijar como objetivos a inversorxs y socixs comerciales de HLS, SHAC llevó a HLS al borde de la quiebra en repetidas ocasiones, y fue necesaria la ayuda directa del Gobierno británico y una contra-campaña internacional de fuerte represión legal, para mantener la empresa a flote.
A raíz de esta campaña, se habló de aplicar el modelo SHAC en otros contextos, como la defensa del medio ambiente y las organizaciones contra la guerra. Pero ¿qué es el modelo SHAC, exactamente? ¿Cuáles son sus puntos fuertes y sus limitaciones? ¿Es, de hecho, un modelo eficaz? Y, si lo es, ¿para qué?
La versión original de esta traducción fue publicada por la editorial Ediciones Ochodoscuatro junto con el escrito de Jake Conroy “De activista a terrorista”. Puedes descargar el pdf gratis aquí.
“Estábamos al tanto de lxs activistas, pero no creo que comprendiéramos exactamente hasta dónde llegarían”.
- Warren Stevens, al cancelar tras los disturbios en sus oficinas de Little Rock y los actos de vandalismo contra su propiedad, el préstamo de 33 millones de dólares a Huntingdon Life Sciences, que prometió que nunca cancelaría.
“El número de activistas no es enorme, pero su impacto ha sido increíble… Es necesario comprender que esta es una amenaza para todas las empresas. Las tácticas utilizadas podrían extenderse a otros sectores de la economía”.
- Brian Cass, director general de HLS.
“Mientras todxs lxs defensorxs del bienestar animal y la mayoría de los grupos pro derechos animales insisten en trabajar dentro de los límites legales de la sociedad, lxs liberacionistas de los animales argumentan que el Estado es irremediablemente corrupto y que los métodos legales nunca conseguirán, por si solos, la justicia para los animales ”.
- Oficina de Prensa del FLA.
Primero, un Glosario de Términos
Visto desde fuera, el entorno pro derechos animales puede ser confuso, incluso para otrxs radicales. Por un lado, concentrarse de manera intensa en este único tema, puede contribuir a tener una postura estrecha de miras, cuando no una completa miopía; por otro lado, hay incontables activistas pro liberación animal que ven sus esfuerzos como parte de una lucha más amplia contra toda forma de opresión. Quienes no están familiarizadxs con el entorno, a menudo confunden las posiciones de facciones opuestas. A riesgo de simplificar en exceso, podemos identificar tres corrientes de pensamiento distintas:
Bienestar animal — La idea de que los animales deberían ser tratados con misericordia y compasión, especialmente cuando son utilizados para el beneficio humano, como en la producción de comida. Por ejemplo, algunxs defensorxs del bienestar animal, presionan al Gobierno para conseguir leyes de sacrificio de animales más humanitarias.
Ejemplo: Humane Society of the United States (HSUS).
Derechos de los animales — La idea de que los animales tienen sus propios intereses y merecen que la legislación los proteja. Quienes creen en los derechos animales a menudo mantienen dietas veganas y se oponen al uso de animales para entretenimiento, experimentación, comida o vestimenta. Si bien pueden participar en protestas o acciones de desobediencia civil, por lo general también creen en trabajar dentro del sistema, a través de grupos de presión, el marketing, la divulgación y el uso de los medios de comunicación corporativos.
Ejemplo: People for the Ethical Treatment to Animals (PETA).
Liberación animal — La idea de que los animales no deberían ser domesticados ni mantenidos en cautividad. Como eso no es posible dentro de la lógica del actual sistema económico y social, lxs partidarixs de la liberación animal a menudo tienden al anarquismo y pueden quebrantar leyes para rescatar animales o proteger hábitats.
Ejemplo: el Frente de Liberación Animal (FLA).1
Muchos colectivos centrados en el bienestar animal y en los derechos animales han criticado a quienes se involucran en la acción directa, argumentando que este tipo de acciones daña la imagen de lxs defensorxs de animales y alejan a potenciales simpatizantes. También podemos pensar que estas críticas están motivadas por el incentivo económico de crear una base de afiliadxs adineradxs y por el miedo a entrar en conflicto con la represión gubernamental. Además de denunciar la acción directa, prohibir a sus empleadxs que interactúen con quienes la respaldan y retirarse de las conferencias que incluían a ponentes más radicales, organizaciones como HSUS han ido tan lejos como para elogiar al FBI por aplicar mano dura contra las liberaciones de animales. En 2008, HSUS ofreció una ostentosa recompensa de 2500 dólares a cualquiera que facilitara información que permitiese condenar a personas involucradas en un incendio provocado, que el FBI afirmaba que era obra de activistas pro derechos animales.
La Historia de SHAC: Comienzos de Ultramar
La campaña SHAC tiene su origen en Gran Bretaña, tras una serie de exitosos cierres de criaderos de animales para laboratorios, que incluyeron tácticas que iban desde la realización de escraches a incursiones del FLA y enfrentamientos con la policía. Unas imágenes de vídeo, obtenidas de manera encubierta dentro de HLS en 1997, fueron emitidas en la televisión británica, mostrando a empleadxs zarandeando, golpeando y gritando a los beagles en un laboratorio de HLS. PETA dejó de organizar protestas contra HLS tras ser amenazada con acciones legales, y SHAC se creó para hacerse cargo de la campaña en noviembre de 1999.
Huntingdon Life Sciences era un objetivo mucho mayor que cualquier criador/a particular de animales; la campaña SHAC constituyó la escalada del activismo pro derechos animales en Gran Bretaña. La idea era centrarse especialmente en las finanzas de la empresa, utilizando las tácticas que habían cerrado pequeños negocios, para cerrar una compañía entera. Lxs activistas se propusieron aislar a HLS, hostigando a cualquiera involucradx con cualquier empresa que hiciese negocios con ella. El papel de SHAC como organización era simplemente distribuir información sobre potenciales objetivos e informar sobre las acciones en el momento en el que estas sucedían.
En enero de 2000, lxs activistas británicxs publicaron una lista con lxs mayores accionistas de HLS, incluyendo aquellxs que tenían acciones a través de tercerxs para mantener su anonimato—uno de lxs cuales era el Partido Laborista de Gran Bretaña. Tras dos semanas de manifestaciones, muchxs accionistas vendieron sus participaciones; finalmente, 32 millones de títulos se colocaron en la Bolsa de Londres a un penique cada uno y las acciones de HLS se desplomaron. En el caos subsiguiente, el Royal Bank of Scotland, para distanciarse de la empresa, condonó un préstamo de 11,6 millones de libras a cambio del pago de una sola libra, y el gobierno británico dispuso que el Banco de Inglaterra, de propiedad estatal, les abriera una cuenta porque ningún otro banco quería hacer negocios con ellxs. El precio de la acción de la empresa, por valor de unas 300 libras en los años 90, cayó a 1,75 libras en enero de 2001, estabilizándose en 3 peniques a mediados de 2001.
El 21 de diciembre de 2000, HLS fue expulsada de la Bolsa de Nueva York: tres meses después perdió también su lugar en la principal plataforma de la Bolsa de Londres. HLS solo se salvó de la bancarrota cuando el mayor accionista que le quedaba, el banco de inversión estadounidense Stephens, le concedió un préstamo de 15 millones de dólares. Este capítulo de la historia se cerró con HLS moviendo su centro financiero a Estados Unidos para beneficiarse de las leyes estadounidenses, que permiten a lxs accionistas un mayor anonimato.
En Estados Unidos
Mientras tanto, en Estados Unidos, las campañas contra el uso de las pieles de animales, que habían caracterizado en la década de 1990 a gran parte de las organizaciones pro derechos animales, se habían estancado. Las tácticas de desobediencia civil desarrolladas en estas campañas estaban perdiendo efectividad, y muchxs activistas estaban buscando nuevos objetivos y estrategias. Una facción del movimiento pro derechos animales, ejemplificada por colectivos como Vegan Outreach y DC Compassion Over Killing, 2 pasaron a promover el veganismo. Lxs activistas más militantes buscaron otros puntos de partida. Algunxs, como Kevin Kjonaas, que llegaría a ser presidente de SHAC USA, habían estado en Gran Bretaña y presenciaron el apogeo de la campaña británica de SHAC, al igual que lxs activistas antiglobalización que visitaron Gran Bretaña durante los 90 habían traído apasionantes historias sobre las acciones de Reclaim the Streets.
La campaña estadounidense de SHAC surgió de conversaciones entre activistas pro derechos animales de diferentes partes del país. Mientras la campaña de divulgación vegana buscó apelar al mínimo común denominador para ganarse a lxs consumidorxs, SHAC atrajo a militantes que querían hacer un uso lo más eficiente posible de sus esfuerzos individuales. Había quien razonaba que, era poco probable, que toda la base del mercado de productos de origen animal se pasase al veganismo, especialmente cuando las personas tienden a ponerse a la defensiva en lo referente a la elección de su estilo de vida, pero prácticamente todo el mundo podría estar de acuerdo en que golpear cachorrxs es inexcusable.
SHAC USA surgió en enero de 2001, justo cuando Stephens Inc. salvó a HLS de la bancarrota. Stephens tenía su sede en Little Rock, así que algunxs activistas se mudaron allí para organizarse. En abril, 14 beagles fueron liberados del nuevo laboratorio de HLS en Nueva Jersey. A finales de octubre, cientos de personas se reunieron en Little Rock para manifestarse durante todo un fin de semana frente a la casa de Warren Stephens y las oficinas de Stephens Inc. La siguiente primavera, Stephens se había deshecho de HLS, rompiendo al cabo de un año, un contrato que debía durar cinco.
Sin otras iniciativas que pudieran rivalizar ni compararse en cuanto a escala y eficacia, SHAC prosperó rápidamente en Estados Unidos. Gracias en parte a importantes donaciones 3, la propaganda era colorida y excitante, al igual que los vídeos promocionales que yuxtaponían imágenes desgarradoras de crueldad animal e inspiradoras imágenes de protestas con una banda sonora de música techno, que te aceleraba el pulso. La campaña ofrecía a lxs participantes un amplio abanico de opciones que incluía la desobediencia civil, irrupciones en oficinas, destrucción de propiedad, llamadas telefónicas, bromas, mesas informativas y escraches en domicilios. En contraste con la época dorada de las cumbres antiglobalización, aquí los objetivos estaban disponibles por todo el país, sólo limitados por la imaginación y la investigación de lxs activistas. Los objetivos intermedios de forzar a inversorxs concretxs y socixs de negocios a cortar con HLS, se consiguieron a menudo fácilmente, lo que producía una satisfacción inmediata a lxs participantes.
Mientras que una persona puede sentirse insignificante en una manifestación antiguerra a la que acuden varios miles, si fuera una de la docena de personas en el escrache que ocasionó la retirada de un/a inversor/a, podría sentir que había conseguido personalmente algo concreto. La campaña SHAC ofrecía el tipo de conflicto continuo y de baja intensidad, a través del cual, las personas pueden radicalizarse y desarrollar un sentido de fuerza colectiva. Marchar en black blocs con amigxs, escapar de la policía después de las manifestaciones, escuchar juntxs discursos inspiradores, caminar por despachos gritando por megáfonos, leer en internet noticias de otrxs activistas, el sentimiento de estar en el lado ganador de una lucha de liberación eficaz—todo ello contribuyó al aparentemente imparable impulso de la campaña SHAC.
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Acción
“Carr Securities comenzó a comercializar las acciones de HLS. Al día siguiente, el Manhasset Bay Yacht Club, al que, según los informes, pertenecen ciertxs ejecutivxs de Carr, fue atacado por activistas pro derechos animales. Lxs extremistas enviaron a la web de SHAC un comunicado reivindicando la acción y, tres días después del incidente, Carr terminó su relación comercial con HLS”.
John Lewis, Subdirector de Supervisión del FBI para el denominado “Ecoterrorismo”.
La acción directa contra quienes hacen negocios con HLS ha tomado muchas formas, llegando en ocasiones a los incendios provocados o la violencia. En febrero de 2001, el director general de HLS, Brian Cass, fue hospitalizado tras ser atacado con mangos de hachas a las puertas de su casa. Ese julio, lxs Pirates for Animal Liberation hundieron el yate de un ejecutivo del Bank of New York, y el banco pronto cortó sus lazos con el laboratorio. Un año después, se lanzaron bombas de humo en las oficinas de la multinacional Marsh Corp. en Seattle, causando la evacuación del rascacielos y su desvinculación de HLS. En otoño de 2003, se colocaron dispositivos incendiarios en las corporaciones Chiron y Shaklee por sus contratos con HLS. En 2005, la empresa de inversión Canaccord Capital, con sede en Vancouver, anunció que había roto relaciones con la farmacéutica Phytopharm PLC, en respuesta al ataque con bombas incendiarias del FLA contra el coche de un/a ejecutivx de Canaccord: Phytopharm había estado haciendo negocios con HLS. Todo esto tuvo lugar en un contexto de constantes acciones de menor escala.
En diciembre de 2006 se impidió que HLS cotizara en la Bolsa de Nueva York, hecho sin precedentes que dio lugar a un anuncio a página completa en el New York Times, en el que aparecía una caricatura de un activista enmascarado y aparentemente enfundado en una chaqueta de cuero que declaraba: “Yo controlo Wall Street”.4 En 2007, ocho empresas rompieron relaciones con HLS, incluyendo sus dos mayores inversorxs, Axa y Wachovia, después de varios escraches y visitas del FLA a casas de sus ejecutivxs. En 2008, se colocaron artefactos incendiarios debajo de camiones de Staples y sus tiendas fueron atacadas. Unas 250 empresas en total le retiraron su apoyo a lo largo de la campaña, incluyendo Citibank, la mayor institución financiera del mundo; HSBC, el banco más grande del mundo; Marsh, la mayor correduría de seguros del mundo y el Bank of America.
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Manteniendo el Impulso
Es interesante comparar el rumbo que tomó la campaña SHAC con el del llamado movimiento antiglobalización. Ambos despegaron en Gran Bretaña antes de alcanzar el éxito en Estados Unidos. SHAC fue fundada en Inglaterra el mismo mes en el que tuvieron lugar las históricas protestas contra la OMC en Seattle, se puso en marcha en Norteamérica al final de la oleada antiglobalización y mantuvo su ímpetu después de que el movimiento antiglobalización fracasara a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
¿Cómo pudo la campaña SHAC mantener su auge, mientras prácticamente todas las campañas basadas en la acción directa fracasaban o eran cooptadas por liberales? ¿Podemos extraer lecciones sobre cómo sobrellevar las crisis a partir de su ejemplo?
Lxs activistas de SHAC se diferenciaban de lxs participantes de la mayoría de otros movimientos sociales en que, ni pensaban que necesitaran buena cobertura mediática, ni consideraban que la mala prensa fuera algo perjudicial. Su objetivo no era ganar adeptxs para el movimiento pro derechos animales, sino aterrorizar a las empresas para que no hicieran negocios con HLS. Cuanto más temibles y locxs parecían en los medios, más fácil era intimidar a potenciales inversorxs y socixs comerciales. Lxs activistas de otros círculos temían que el miedo al terrorismo, pudiera facilitar al Gobierno aislarlxs presentándolxs como extremistas peligrosxs; para SHAC, cuanto más peligrosxs y extremxs parecieran, mejor.
Todo esto acabó volviéndose en su contra, cuando lxs coordinadorxs más influyentes fueron enjuiciadxs y para la fiscalía fue sencillo incriminarlxs como representantes de un movimiento clandestino claramente terrorista. En este sentido, los puntos fuertes de la campaña SHAC—la relación entre organización pública y clandestina, la temible reputación—también demostraron ser su talón de Aquiles. La lección parece ser que este enfoque puede funcionar a pequeña escala, siempre y cuando lxs organizadorxs no provoquen un enfrentamiento con rivales mucho más fuertes que ellxs.
Además de la cuestión de la cobertura mediática, puede ser instructivo mirar el modo en el que lxs activistas de SHAC enfocaron los problemas. Lxs portavoces de SHAC nunca dejaron de enfatizar la necesidad de la acción directa por la liberación animal, incluso cuando el resto del país estaba obsesionado con Al Qaeda; la histórica movilización de Little Rock tuvo lugar solo mes y medio después de los ataques al World Trade Center y al Pentágono. Independientemente de lo que había ocurrido en Nueva York o Afganistán, ellxs insistían en que había animales sufriendo en aquel preciso instante, y que se les podía salvar si se tomaran algunas medidas concretas. Si lxs organizadorxs en otros círculos hubieran sido capaces de mantener este tipo de enfoque y de insistencia, la historia podría haber tomado un rumbo diferente a principios de esta década.
Es posible también que, con otras formas de organización de capa caída, SHAC captara más participantes de lxs que hubiera conseguido si otras campañas de acción directa hubiesen tenido su mismo éxito. A diferencia de las simbólicas acciones masivas del movimiento contra la guerra, la campaña SHAC fue centro de experimentación: se ponían a prueba nuevas tácticas constantemente. Para lxs entusiastas de la acción directa preocupadxs por sacarle el máximo rendimiento a sus acciones—o simplemente aburridxs de ser tratadxs como un número en una multitud—debió resultar atractivo por comparación.
Fuera cual fuera la causa, la campaña SHAC fue capaz de mantener su impulso hasta que finalmente la represión federal comenzó a pasar factura. A diferencia de muchas luchas, que se han desvanecido por el abandono o han sido absorbidas por tercerxs, controlar su avance requirió de toda la fuerza del Estado.
Represión
Todos los logros de la campaña tuvieron un precio. Cuantos más negocios rompían relaciones con HLS, más atención atraía de las agencias policiales e ideólogxs de derechas. Lxs organizadorxs de SHAC en general, no eran personas fáciles de intimidar: era común entre lxs participantes en la lucha bromear sobre todas las denuncias y órdenes judiciales que acumulaban y lo poco que importaba si lxs denunciaban, porque de todos modos no tenían dinero.
Los Gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña aumentaron la represión de manera constante a lo largo de los años, poniendo a lxs activistas bajo vigilancia, presionándolxs con demandas, bloqueando sus esfuerzos por recaudar fondos, intimidando a organizaciones como PETA para que no interactuasen con ellxs, aprobando nuevas leyes contra las protestas en zonas residenciales y cerrando sus páginas web. Esto culminó en Estados Unidos con el juicio de lxs llamadxs SHAC7: seis organizadorxs y la propia organización SHAC USA.
El 26 de mayo de 2004, Lauren Gazzola, Jake Conroy, Josh Harper, Kevin Kjonaas, Andrew Stepanian, y Darius Fullmer fueron acusadxs de varios cargos federales por su presunto papel en la campaña. Equipos de agentes del FBI antidisturbios invadieron sus hogares al amanecer, amenazándolxs a ellxs y a sus compañerxs no humanxs con pistolas y esposando a sus familiares. Según los informes, la investigación que llevó a sus detenciones fue la más grande del FBI en 2003: los documentos judiciales confirman que las conversaciones telefónicas interceptadas en la investigación, superan en número a las comunicaciones interceptadas en la segunda mayor investigación de ese año en una proporción de 5 a 1.
Todxs lxs encausadxs fueron acusadxs de violar la Ley de Protección de la Industria Animal, una controvertida ley destinada a castigar a cualquiera que moleste a una empresa que se beneficia de la explotación animal. Algunxs también fueron acusadxs de acoso interestatal y otros delitos. Nunca se les acusó de participar personalmente en actos intimidatorios: el Gobierno basó el caso en la idea de que deberían ser consideradxs responsables de todas las acciones ilegales realizadas para impulsar la campaña SHAC, sin tener en cuenta su grado de participación. Fueron declaradxs culpables el 2 de marzo de 2006, condenadxs a penas de prisión de entre uno y seis años, y se les ordenó pagar enormes cantidades de dinero a HLS.
El juicio de lxs SHAC7 tenía la clara intención de sentar un precedente, para intimidar a lxs coordinadorxs de campañas que incluyen acciones encubiertas: sus repercusiones se notaron hasta en Inglaterra. En 2005 el Gobierno británico aprobó la “Ley sobre Delitos Organizados y Acción Policial” para proteger específicamente a las organizaciones que investigan con animales. El 1 de mayo de 2007, tras una serie de redadas en las que tomaron parte 700 policías de Inglaterra, Holanda y Bélgica, 32 personas relacionadas con SHAC fueron detenidas, incluyendo a Heather Nicholson y a Greg y Natasha Avery, algunxs de lxs fundadorxs de SHAC en Gran Bretaña. En enero de 2009, 7 de ellxs fueron condenadxs a penas de prisión de entre 4 y 11 años.
El Futuro de SHAC
A pesar de todos esos reveses, la campaña SHAC continúa hoy en día, aunque se enfrenta a serios desafíos en Estados Unidos. Algunas organizaciones regionales siguen activas todavía, y se siguen realizando acciones independientes, pero no hay un cuerpo organizado a nivel estatal, ni un boletín de noticias, ni una web de confianza en la que publicar objetivos y crónicas de acciones. Como consecuencia, hay menos enfoque estratégico, menos alcance y menos trabajo en red, y una falta de resultados a nivel estatal. Lo bueno es que se ha vuelto más difícil para las empresas saber a quién denunciar o imponer medidas cautelares—pero ese es un aspecto positivo bastante limitado.
Esta crisis se puede atribuir a la represión gubernamental en general y al juicio de lxs SHAC7 en particular. El miedo a las repercusiones legales ha aumentado a la vez que lxs organizadorxs clave han sido retiradxs de la acción. Con las nuevas leyes locales que prohíben los escraches en zonas residenciales y la Ley de terrorismo contra la Industria Animal de 2006 que ilegaliza los objetivos indirectos interestatales, muchas tácticas que una vez implicaron poco riesgo ya no son factibles. Ahora que más tipos de organización pública están siendo castigados de manera más agresiva, es posible que la siguiente generación de activistas por la liberación animal se centre más en tácticas clandestinas. Una de las características más fuertes de la campaña SHAC fue la combinación de enfoques públicos y clandestinos, así que esto no son necesariamente buenas noticias para el movimiento.
En realidad es bastante sorprendente que HLS todavía exista; hace una década, lxs organizadorxs de SHAC debían contar con haber ganado a esas alturas. Cuando Stephens Inc. retiró su inversión, sus préstamos eran lo único que mantenía a HLS en funcionamiento. Solo una nueva intervención del Gobierno británico permitió a HLS negociar una refinanciación y continuar. SHAC ganó, solo que le robaron su victoria. La misma situación se dio cuando SHAC forzó a Marsh Inc. a romper lazos y HLS se tuvo que enfrentar a la perspectiva de operar sin el seguro exigido por la ley. De nuevo, el Gobierno británico intervino, y el Departamento de Comercio e Industria proporcionó a HLS una cobertura sin precedentes. Sin esta protección desde las más altas esferas del poder, HLS habría desaparecido hace mucho, pero es precisamente para eso para lo que existen los gobiernos—para proteger a las grandes empresas y preservar el buen funcionamiento de la economía capitalista. Quizá fue ingenuo creer que los Gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, permitirían a la más feroz campaña por la liberación animal llevar a una influyente empresa a la quiebra.
No se puede luchar indefinidamente como si no hubiera un mañana, y el continuo regreso de HLS de entre los muertos debe haber sido enloquecedor para lxs activistas más veteranxs de SHAC, que lo apostaron todo una y otra vez en una última ofensiva. Lxs participantes no están de acuerdo en el alcance del factor burnout, pero sería absurdo descartarlo. Desde el principio, la campaña SHAC se orientó hacia el activismo a tiempo completo. La mentalidad es la de que, si lxs empleadxs de HLS trabajan a tiempo completo, sus oponentes deben trabajar al menos igual de duro. Artículos en boletines como “Rutina de entrenamiento para SHACtivistas” muestran una estrategia de presión, que probablemente se correlaciona con el alto índice de desgaste. En cualquier caso, por muy difícil que sea distinguir los efectos del burnout de los del miedo, el hecho es que muchxs activistas han abandonado SHAC sin pasar a otras campañas.
Actualmente, SHAC está activa en Europa continental y América Latina, y es implacable en Gran Bretaña. La campaña SHAC británica puede ofrecer un modelo mejor sobre cómo afrontar la represión federal; desde este punto de vista, parece que lxs activistas británicxs estaban preparadxs de antemano para ello, tenían personas listas para asumir el cargo de coordinadorxs y estaban más abiertxs a la participación de nuevas personas. Pero Gran Bretaña está más densamente poblada que gran parte de los Estados Unidos y tiene una historia más rica en la lucha en pro de los derechos animales, así que es injusto comparar las dos campañas con demasiada exactitud.
¿Logrará SHAC finalmente cerrar HLS? Todavía es posible, aunque parece menos probable que hace unos años. Hay quienes todavía sienten que lo más importante es cerrar HLS a cualquier precio, para conseguir una victoria histórica que inspirará a activistas y atemorizará a ejecutivxs durante las próximas décadas. Otrxs piensan que, cierre o no HLS, SHAC ha cumplido su propósito, demostrando las fortalezas y debilidades de un nuevo modelo de organización anticapitalista.
Las Señas de Identidad del Modelo SHAC
Cuando la gente piensa en SHAC, imaginan protestas en casas de empleadxs e inversorxs; algunxs anarquistas sólo se refieren a eso cuando hablan del “modelo SHAC”. Pero los escraches en domicilios fueron algo meramente secundario en la fórmula que permitió a SHAC causar estragos en HLS. Para comprender qué hizo eficaz la campaña, necesitamos analizar todas sus características esenciales juntas.
- Objetivos secundarios y terciarios:5 la campaña SHAC trató de privar a HLS de su estructura de apoyo. Así como un organismo vivo depende de un ecosistema entero para conseguir los recursos y las relaciones que necesita para sobrevivir, una gran empresa no puede funcionar sin inversorxs ni socixs comerciales. En este sentido, más que utilizando el boicot, la destrucción de la propiedad o campañas publicitarias, SHAC se enfrentó a HLS en los términos más amenazadores para una empresa. Starbucks podría pagar fácilmente miles de veces los gastos de las lunas que el black bloc destrozaba durante las protestas contra la OMC en Seattle, pero si nadie reemplazara esos cristales—o las ventanas hubiesen sido destrozadas en las casa de lxs inversorxs, de forma que nadie invirtiese—sería otra historia. Lxs organizadorxs de SHAC se encargaron de aprender el funcionamiento interno de la economía capitalista, para así poder atacar de forma más estratégica.
Atacar a objetivos secundarios y terciarios funciona porque esos objetivos no tienen ningún interés personal en continuar la relación con el objetivo primario. Hay otros lugares a los que pueden llevar sus negocios, y no tienen razón alguna para no hacerlo. Este es un aspecto vital del modelo SHAC. Si un negocio se ve acorralado, luchará a muerte, y nada importará en el conflicto excepto únicamente la fuerza que cada parte pueda ejercer sobre la otra. Generalmente esto no beneficia a lxs activistas, ya que las empresas cuentan con el apoyo de la policía y del Gobierno. Por eso en la campaña SHAC, exceptuando el incidente de los mangos de hacha, muy pocas iniciativas se dirigieron contra el propio HLS. En algún punto entre el objetivo primario y las empresas asociadas que le proporcionan apoyo estructural, parece estar la piedra angular sobre la que la acción es más efectiva. Puede resultar extraño ir a por objetivos terciarios que no tienen conexión directa con el objetivo primario, pero incontables clientes de HLS dejaron de tener relaciones con ella, después de que algunx de ellxs fuera abochornadx.
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Relación complementaria entre organización pública y clandestina: más que ninguna otra campaña de acción directa en la historia reciente, la campaña SHAC alcanzó una perfecta simbiosis entre la organización pública y la acción clandestina. Con este fin, la campaña se caracterizó por un uso muy inteligente de la tecnología y las redes modernas. Para elevar la moral y las expectativas, los sitios web de SHAC difundieron información sobre objetivos y crearon un foro para los comunicados de las acciones, permitiendo que cualquiera que simpatizara con los objetivos de la campaña, pudiera participar sin llamar la atención.
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Diversidad de tácticas: en lugar de enfrentar entre sí a lxs partidarixs de las diferentes tácticas, SHAC integró todas las tácticas posibles en una sola campaña, en la que cada enfoque complementaba a los demás. Esto significaba que lxs participantes podían elegir entre una variedad prácticamente ilimitada de opciones, lo que abrió la campaña a una amplia gama de personas y evitó conflictos innecesarios.
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Objetivos concretos, motivaciones concretas: el hecho de que hubiera determinados animales sufriendo, cuyas vidas podrían salvarse mediante unas acciones directas específicas, concretó los objetivos y dio a la campaña un sentido de urgencia que se tradujo en la voluntad de lxs participantes de salir de su zona de confort. Del mismo modo, en cada momento de la campaña SHAC, había objetivos inmediatos que podían conseguirse fácilmente, por lo que, la monumental tarea de debilitar toda una corporación, nunca se percibió como algo abrumador.
Esto contrasta claramente con la forma en que se extinguió el impulso inicial en ciertos círculos verdes anarquistas tras el cambio de siglo, cuando los objetivos y metas se volvieron demasiado amplios y abstractos. Había sido fácil motivarse para defender árboles y áreas naturales específicas, pero una vez que el objetivo de algunxs participantes pasó a ser “destruir la civilización” y todo lo demás era mero reformismo, fue imposible determinar qué constituía una acción significativa.
Ventajas del Modelo SHAC
Cuando el modelo promovido por SHAC se aplica correctamente, sus ventajas son obvias. Golpea a las empresas donde son más vulnerables: las corporaciones no hacen lo que hacen por un compromiso ético o para obtener una determinada imagen pública, sino por una decidida búsqueda de beneficios, y el modelo SHAC se centra exclusivamente en hacer que las tropelías empresariales no sean rentables. Desde la óptica de construir y mantener una campaña de acción directa de larga duración, el modelo SHAC ofrece a lxs participantes orientación, motivación, y un marco para acciones concretas en lugar de simbólicas. El modelo SHAC evita los conflictos relacionados con las tácticas, ofreciendo la oportunidad de que activistas con diferentes habilidades y niveles de comodidad trabajen juntxs. Al establecer una amplia variedad de objetivos, ofrece a lxs activistas la oportunidad de elegir el momento, el lugar y el carácter de sus acciones, en lugar de reaccionar constantemente a sus oponentes. Por encima de todo, el modelo SHAC es eficiente: SHAC USA nunca ha tenido más de unxs pocxs centenares de participantes en activo.
A diferencia de la mayoría de estrategias de organización actuales, el modelo SHAC tiene un enfoque ofensivo. Ofrece medios para atacar y derrotar proyectos capitalistas establecidos—para tomar la iniciativa en lugar de simplemente responder al avance del poder empresarial. SHAC no se propuso bloquear la construcción de un nuevo laboratorio de experimentación animal o la aprobación de nuevas leyes, sino derrotar y destruir a una empresa de experimentación animal que llevaba décadas existiendo.
El modelo SHAC exige y fomenta una cultura que, no solo celebra la acción directa, sino que constantemente se involucra en ella, alentando a sus participantes a superar sus propios límites. Esto contrasta fuertemente con ciertos círculos insurreccionalistas, en los que lxs anarquistas hablan mucho sobre disturbios y resistencia, sin enfrentarse a los poderes fácticos en el día a día. En ocasiones, lxs activistas antiglobalización de Chicago pedían a organizadorxs de SHAC que se encargaran de las consignas en sus protestas, ya que tenían fama de ser ruidosas y enérgicas: quienes se curtieron en la campaña SHAC, si no han abandonado por completo la organización de la acción directa, están capacitadxs para ser efectivxs en una amplia variedad de contextos.
Una punto fuerte más sutil, del enfoque de SHAC, es sacar a relucir las tensiones de clase que a menudo subyacen en Estados Unidos. Lxs activistas de clase media-baja y de clase trabajadora pueden encontrar gratificante la confrontación con ricxs ejecutivxs en su propio terreno. Esto también muestra a lxs “activistas monotema” las interconexiones de la clase dominante. Al visitar las casas de ejecutivxs, unx descubre que todas las empresas farmacéuticas y las sociedades de inversión están interconectadas: todas poseen acciones en las otras empresas, se sientan en sus consejos de administración y viven en las afueras en idénticas mansiones, en grandes comunidades herméticas.
Por último, el modelo SHAC aprovechó las oportunidades que le ofrecían eventos y comunidades más grandes. A menudo los escraches se organizaban para tener lugar después de una charla o acto: la omnipresencia de objetivos potenciales significaba que siempre había uno a mano. Durante varios años consecutivos, se realizaron manifestaciones de SHAC durante la Conferencia Nacional sobre Resistencia Organizada, en Washington DC, y también tuvieron lugar después de las protestas contra la biotecnología en Filadelfia y Chicago. Aunque esto a veces provocó conflictos con otrxs activistas, solo se necesita un par de docenas de personas para hacer un escrache efectivo, por lo que siempre era fácil organizar uno.
La propia SHAC solía crear y propagar su propia subcultura, junto con referentes y rituales internos. En conferencias y movilizaciones importantes, lxs activistas contrastaban información sobre inversorxs, campañas locales y problemas legales. Escenas musicales solidarias ayudaron a financiar la organización e introdujeron sangre joven en la campaña. Sería difícil imaginar las últimas dos décadas de la campaña SHAC en Estados Unidos sin la escena hardcore, que siempre ha servido como base social para el movimiento militante pro derechos animales. Ciertamente, existen inconvenientes al identificar demasiado estrechamente una campaña con una subcultura juvenil específica, pero es mejor atraer participantes y energías de al menos una comunidad que de ninguna.
Falsas Acusaciones
Algunxs anarquistas han acusado irreflexivamente a SHAC de reformismo. Esto es absurdo: el objetivo de SHAC no es cambiar el modo en que HLS se comporta, sino cerrarlo. Es más preciso describir SHAC como una campaña abolicionista: como no se ve capaz de lograr el final de la explotación animal de un solo golpe, busca dar el paso más ambicioso pero factible hacia ese fin. De un modo similar, algunxs críticxs ociosxs ridiculizan los esfuerzos por la liberación animal con el argumento de que son “activismo”, insinuando que eso es algo malo en sí mismo. Quienes adoptan esa posición deberían ser consecuentes y reconocer que no les conmueve la opresión de sus semejantes y no le ven ningún valor a intentar ponerle fin—es decir, apenas son anarquistas.
Inconvenientes y Limitaciones
Dejando a un lado las críticas deshonestas, el modelo SHAC tiene algunas limitaciones reales que merecen ser examinadas.
Primero, hay ciertos requisitos previos sin los cuales fallará. Por ejemplo, el modelo SHAC no puede tener éxito fuera de un entorno en el que la acción directa se utilice regularmente. Todo el pensamiento estratégico del mundo carece de valor si nadie está realmente dispuesto a actuar. En el entorno militante pro derechos animales, lo que está en juego se considera lo suficientemente concreto y desgarrador, como para que lxs participantes estén motivadxs para asumir riesgos de manera natural: sin esta motivación, la campaña SHAC no habría despegado. Del mismo modo, el modelo SHAC no tiene fuerza contra un objetivo que no dependa de objetivos secundarios y terciarios, o que tenga un suministro interminable de ellos donde elegir. Por encima de todo, los objetivos secundarios y terciarios deben tener algún otro lugar al que llevar sus negocios—el modelo SHAC depende de que el resto del mercado capitalista les ofrezca mejores opciones. En este sentido, aunque no es reformista, tampoco proporciona una estrategia para enfrentarse al propio capitalismo.
En segundo lugar, por más eficaces que puedan ser en términos puramente económicos, los objetivos secundarios y terciarios sitúan el lugar de enfrentamiento lejos de la causa por la que lxs participantes están luchando. En términos generales, cuanto más abstracto se percibe el objetivo de una campaña, peor es para la moral colectiva. Gran parte de la vitalidad de la lucha ecologista en los 80 y 90 vino de la visceral e inmediata conexión que lxs defensorxs de los bosques experimentaban con la tierra que estaban ocupando. Cuando el activismo medioambiental comenzó a desplazarse a un terreno más urbano hace una década, perdió parte de su ímpetu. Algo que caracteriza la campaña SHAC, es que lxs participantes han sido capaces de mantener su indignación y audacia aún estando lejos del objeto de su preocupación: es arriesgado asumir que esto vaya a ocurrir siempre en otros contextos.
Aparte de estos desafíos, el modelo SHAC puede ser ineficaz precisamente por su eficacia. ¿Es realista tener la intención de cerrar grandes empresas poderosas, o el Gobierno siempre intercederá? Quizás, al representar una amenaza para las empresas en términos económicos, los que más en serio se toman, el modelo SHAC empieza una lucha que no puede ganar. Una vez que el Gobierno se involucra en un conflicto, se necesita más que una nutrida red de militantes para ganar—se necesita un movimiento social completo a gran escala, y el enfoque SHAC por sí solo no puede dar lugar a tal cosa. En este sentido, la mayor fortaleza del modelo SHAC es también un defecto fatal.
El tiempo dirá si HLS fue un objetivo demasiado ambicioso. La empresa aún podría quebrar. Aun así, probablemente sería sensato que lxs próximxs que prueben el modelo, establezcan objetivos más pequeños en lugar de objetivos aún más ambiciosos, ya que la campaña SHAC todavía no ha logrado el éxito. Quizá haya un punto intermedio inexplorado entre cerrar tiendas de pieles de particulares e intentar cerrar la empresa de experimentación animal más grande de Europa.
Esto no quiere decir que el modelo SHAC sea inútil si no se consigue el cierre del objetivo. A veces merece la pena luchar por una batalla perdida para disuadir a adversarixs de comenzar otra. Otras veces, incluso perdiendo, se pueden ganar valiosas experiencias y alianzas. Irónicamente, el modelo SHAC puede ser más eficaz en reclutar personas para la acción directa que para su objetivo declarado—precisamente porque, al dejar de lado el reclutamiento para centrarse en otros objetivos, atrae a participantes serixs y comprometidxs.
Pero si más allá de simplemente cerrar una única empresa, el objetivo es atraer a más personas para la organización de acciones directas, el modelo SHAC también presenta inconvenientes significativos—por ejemplo, los altos niveles de estrés y el probable burnout. En ese sentido, no es necesariamente una ventaja que el modelo SHAC enseñe a lxs activistas a pensar en los mismos términos que lxs economistas capitalistas—eficiencia, finanzas, cadenas de mando—en lugar de priorizar las habilidades sociales, necesarias para construir comunidades de resistencia de larga duración.
Asimismo, al centrarse en objetivos secundarios y terciarios, el modelo SHAC enfatiza y premia una actitud agresiva que es menos ventajosa en otras situaciones. ¿Cuáles son los efectos psicológicos a largo plazo en lxs activistas que dedican media década o más gritando por un megáfono a lxs empleadxs en sus casas? ¿Qué tipo de personas se sienten atraídas por una campaña que consiste principalmente en hacer que otras personas se sientan miserables? No podemos pasar por alto, que algunxs anarquistas han declarado haber tenido interacciones frustrantes con organizadorxs de SHAC.
Considerando el modelo desde una perspectiva anarquista—¿en qué medida tiende el modelo SHAC a consolidar o a socavar las jerarquías? Una organización segura, necesaria para la acción directa clandestina, puede promover cierto exclusivismo, que se intensifica a medida que aumenta la represión, impidiendo así que una campaña atraiga a nuevxs participantes cuando más lo necesita. Las jerarquías informales plagan las organizaciones de todo tipo: en el caso de SHAC, quienes hacen el trabajo de investigación a menudo tienen una influencia desproporcionada sobre el rumbo de la campaña y pueden acabar tomando decisiones trascendentales.
Se podría argumentar que, el enfoque en un solo problema y la naturaleza orientada a objetivos de la campaña SHAC, no da prioridad a abordar formas de jerarquía que no sean las de la opresión animal. No es ningún secreto que algunos colectivos de SHAC se han visto afectados por conflictos de género 6 y sus participantes no siempre han tenido que rendir cuentas por su comportamiento. En una campaña que enfatiza la victoria sobre todo lo demás, esto no debería sorprendernos—si lo más importante es vencer, es fácil posponer la resolución de conflictos internos, especialmente con el estrés añadido de la represión federal. Inevitablemente, la gente que ha tenido malas experiencias se descuelga de la campaña, llevándose consigo las críticas que otrxs necesitan escuchar.
Estas cuestionables prioridades también se han manifestado en ciertas tácticas de mal gusto. En una ocasión, un objetivo, que estaba luchando por salir del alcoholismo, recibió una lata de cerveza con una desagradable nota; en otra, robaron la ropa interior de una mujer y, según se dice, la pusieron a la venta. Utilizar los desequilibrios de poder de la sociedad patriarcal, para atacar a lxs cómplices de la opresión de los demás animales, difícilmente sirve como ejemplo de lucha contra todas las formas de dominación.
Hay otras cuestiones éticas relacionadas con los objetivos secundarios y terciarios. ¿Es aceptable arriesgarse a asustar o herir a secretarixs, niñxs y otras partes no involucradas? ¿Qué distingue a lxs anarquistas de Gobiernos y demás terroristas sino la negativa a consentir daños colaterales?
En esencia, el modelo SHAC es un plan de acción para una campaña de coerción, para ser utilizado en situaciones en las que no hay otro proceso de rendición de cuentas posible. Esto no entra en conflicto con los valores anarquistas—cuando lxs opresorxs se niegan a responsabilizarse de sus actos, es necesario obligarles a parar, y esto se extiende también a quienes les ayudan y apoyan. Pero atacar a personas que no están involucradas en la opresión genera confusión. Cuando un/a organizador/a hace público un objetivo, no se sabe qué acciones llevarán a cabo los demás. Quizá el valor de acabar con la explotación animal compense estos riesgos y costes, pero lxs anarquistas no deberían sentirse demasiado cómodxs haciendo este tipo de racionalizaciones.
Otras Aplicaciones del Modelo SHAC
Se ha hablado mucho de aplicar el modelo SHAC en otros contextos, pero pocos de esos intentos han producido algo comparable a la campaña SHAC. Esto nos lleva a algunas reflexiones. Merece la pena señalar, que algunas de las exageraciones sobre la aplicabilidad a gran escala del modelo SHAC provienen directamente de HLS, así que hay que cogerlas con pinzas. HLS no está interesada en promover nuevos y eficaces métodos de acción directa, sino más bien en crear el suficiente miedo, como para que otrxs miembros de la clase dominante acudan en su ayuda. De esto se deduce que, incluso si afirman que las tácticas de SHAC pueden usarse de manera efectiva contra cualquier objetivo, esto no es necesariamente cierto. Lo mismo ocurre con los análisis sensacionalistas de organizaciones como Stratfor, cuyo principal objetivo parece ser aterrorizar al público para que sienta la necesidad de su “inteligencia”.
Puede ser que, debido a que su campaña mantuvo el impulso mientras el de otras formas de organización caía, SHAC haya ejercido una influencia desproporcionada sobre el imaginario de lxs anarquistas actuales, hasta el punto de que muchxs ahora tienden a imitar el modelo SHAC en sus organizaciones, incluso cuando no es estratégicamente efectivo. Los fracasos pueden ser más didácticos que los éxitos: por desgracia, como se olvidan más fácilmente, a menudo se repiten una y otra vez. Por este motivo, cualquier consideración sobre el modelo SHAC debería comenzar con el ejemplo de Root Force.
Root Force surgió hace un par de años de los círculos de Earth First!7, con la intención de promover una campaña tipo SHAC, dirigida a atacar la infraestructura del capitalismo global—un objetivo mucho más ambicioso que cerrar HLS. Lxs organizadorxs investigaron a las empresas involucradas en proyectos de infraestructuras esenciales, como carreteras transcontinentales y centrales eléctricas. Se montó una web para publicar esa información y cualquier acción que se realizase y se organizaron actos por todo el país, para difundir su mensaje. Parecía que todas las piezas estaban en su sitio y, sin embargo, no pasó nada.
A principios de 2008 Root Force publicó un texto titulado “Una estrategia revisada”, en el que reconocían que sus esfuerzos por generar una campaña de acción directa eficaz habían fracasado y describían las dificultades de intentar inspirar acciones contra proyectos de infraestructuras situados tan lejos como para parecer totalmente abstractos.
Root Force no comprendió cómo prosperan las campañas de acción directa. Tanto la acción como la inacción son contagiosas. Si algunas personas están lo suficientemente comprometidas con una causa como para arriesgar su libertad por ella, puede que otras hagan lo mismo. Pero como nadie quiere arriesgarse de forma aislada, una estrategia sólida por sí misma no es suficiente para inspirar acciones.8 Con la debida publicidad, una sola acción directa seria durante la campaña de Root Force, habría tenido más valor que un centenar de actos.
La campaña Root Force tenía también otros defectos. Si el objetivo era simplemente dar algo que hacer a lxs manifestantes, la estrategia era tan buena como cualquier otra. Pero si esperaban bloquear la construcción de las carreteras y centrales eléctricas clave para el desarrollo del mercado capitalista, habrían tenido que movilizar muchas más fuerzas que la campaña SHAC. Si los objetivos que eligieron realmente fueran de vital importancia para los poderes fácticos, parece claro que el Gobierno habría movilizado todos sus recursos para defenderlos. La sobredimensión es el error número uno de los movimientos de resistencia a pequeña escala: en lugar de establecer metas asequibles y construir lentamente sobre éxitos modestos, lxs activistas se autocondenan a la derrota al intentar saltar directamente al enfrentamiento final contra el capitalismo global. Podemos luchar y ganar batallas ambiciosas, pero para hacerlo tenemos que evaluar nuestras capacidades de manera realista.
Otros enfoques basados en el modelo SHAC se han caracterizado por hacer hincapié en los escraches. Por ejemplo, en los últimos años, lxs manifestantes contra el FMI y el Banco Mundial han experimentado con marcar como objetivos a ejecutivxs y empresas patrocinadoras. En 2006, cuando Paul Wolfowitz era presidente del Banco Mundial, hubo una serie de protestas frente a la casa de su novia, al final ella se mudó. Esto no parece haber afectado al FMI de la misma manera que los desórdenes mundiales asociados al movimiento antiglobalización. Dejando a un lado el sarcasmo, hay poco que ganar acosando a personas como Wolfowitz: a diferencia de las terceras partes que SHAC atacó, no se van a llevar sus negocios a otra parte.
De la misma manera, durante la Convención Nacional Republicana (CNR) de 2004, algunxs organizadorxs pidieron a lxs manifestantes que se centraran en acosar a lxs delegadxs. El riesgo de este enfoque es que puede enmarcar el conflicto como un enfrentamiento personal entre activistas y autoridades, en lugar de como un movimiento social capaz de atraer una participación masiva. Al igual que Wolfowitz, lxs delegadxs republicanxs difícilmente van a retirarse porque unxs pocxs manifestantes les griten y—aunque algunxs lo hicieran, serían reemplazadxs inmediatamente. Una propuesta para las protestas contra la CNR de 2008 implicaba que lxs activistas atacaran a las empresas proveedoras de servicios para la convención. Atacar a empresas proveedoras de servicios podría haber ayudado a dar impulso a la campaña en el periodo previo a la CNR, pero es poco probable que hubiera tenido éxito en privar de los recursos necesarios a una organización tan poderosa como el Partido Republicano. Lo mismo ocurre probablemente con las propuestas de atacar a lxs contratistas de armas que sirven al gobierno de EE.UU—podría dar a lxs manifestantes algo emocionante que hacer, pero nadie debería subestimar lo que se necesitaría para que una corporación como Boeing rompiera relaciones con el ejército de EE.UU.
Algunxs ven Rising Tide y las campañas de Rainforest Action Network contra el Bank of America como parientes de SHAC: también utilizaron objetivos secundarios, aunque eran sucesoras directas de las campañas ambientalistas que las precedieron. A finales de 2008, en un contexto de grandes turbulencias económicas, Bank of America declaró que estaban retirando su financiación a las empresas más implicadas en la destrucción de las montañas. Por poco sincera que esta declaración pueda ser, al menos indica que la campaña obligó al Bank of America a tomar nota. Lxs ambientalistas en Indiana han tenido menos suerte intentando detener la construcción de la autopista I-69 mediante una combinación de escraches y tácticas de ocupación del bosque. En “Una estrategia revisada”, Root Force citaba la I-69 como un proyecto de infraestructura esencial: sería interesante ver cómo responde el Estado si en algún momento la lucha contra la I-69 se vuelve desafiante.
Todo esto no quiere decir que el modelo SHAC no se pueda aplicar de manera eficaz, pero hay que recalcar que lxs activistas han de tener la intención y la estrategia de cuándo y cómo intentan hacerlo. Probablemente hay algunas situaciones en las que el modelo podría conseguir incluso más de lo que consiguió para SHAC. Sin duda, hay otros contextos en los que puede ser realmente contraproducente.
Repetimos, la campaña SHAC en Estados Unidos nunca ha tenido más de unxs pocxs centenares de participantes en activo; unxs pocxs miles podrían enfrentarse a un objetivo mayor. Incluso forzar al Gobierno a rescatar a una gran empresa, independientemente de que el objetivo haya sido llevado a la quiebra o no, podría constituir una victoria importante. A partir de hoy, está por ver dónde se encuentran aplicaciones eficaces del modelo SHAC, más allá de la campaña que lo engendró.
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A diferencia de HSUS y PETA, el FLA no es técnicamente una organización, sino más bien una firma utilizada por células autónomas que no necesariamente tienen alguna conexión entre sí. ↩
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Según los informes, lxs principales coordinadorxs de este colectivo se unieron a HSUS. Este es un ejemplo de los sutiles conflictos y las dinámicas de poder que se desarrollan en el movimiento pro derechos animales: organizadorxs de SHAC se quejan de que HSUS les quita activistas comprometidxs ofreciéndoles empleos remunerados y les prohibe colaborar con activistas más militantes. ↩
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A diferencia de muchos movimientos sociales, el movimiento pro derechos animales cuenta con el apoyo de donantes millonarixs, y podemos suponer que algunxs han contribuido con SHAC. ↩
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Este anuncio es aún más irónico si se tiene en cuenta el papel que siguen desempeñando matonxs encapuchadxs en países como Colombia, en defensa de los intereses de las multinacionales que operan en Wall Street. ↩
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Un objetivo secundario es una persona o entidad que hace negocios con el objetivo principal de una campaña. Un objetivo terciario es una persona o entidad que está conectada a un objetivo secundario. ↩
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Si no ha habido los correspondientes conflictos relacionados con la raza y la clase, esto simplemente podría indicar que en la organización SHAC ha predominado la gente blanca y de clase media. Algunos han lanzado la acusación de que el movimiento pro derechos animales en Estados Unidos atrae a buena parte de este grupo demográfico, que se siente más cómodo protestando contra la opresión y la explotación de los animales que abordando los desequilibrios de poder en sus relaciones con otrxs humanxs. ↩
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Organización ecologista radical nacida en Estados Unidos en 1979, caracterizada por su alto nivel de confrontación con la autoridad, sus planteamientos ecologistas profundos y radicales y la utilización de tácticas que implicaban asumir ciertos riesgos, como la desobediencia civil y el sabotaje. ↩
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Compara esto con la crítica al llamamiento a realizar “acciones autónomas” en las movilizaciones masivas de “Demonstrating Resistance” ↩