Doce mitos sobre la acción directa

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Desmintiendo malentendidos comunes

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La acción directa–esto es, cualquier tipo de acción que sobrepase los canales establecidos para alanzar sus objetivos de forma directa–tiene una larga y rica herencia en América del Norte, desde el Boston Tea Party y más allá. A pesar de esto, hay muchos malentendidos sobre ella, en parte debido a la forma en que se ha distorsionado en los medios corporativos.

Este ensayo está disponible en inglés aqui.

1. La acción directa es terrorismo.

El terrorismo es calculado para intimidar y así paralizar a la gente. La acción directa, por otro lado, busca inspirar y así motivar a la gente para mostrarles el poder que tenemos como individuos para alcanzar nuestros objetivos por nosotros mismos. Mientras el terrorismo es el dominio especializado de una clase que busca hacerse del poder para ellos mismos solamente, la acción directa muestra posibilidades que otros pueden aprovechar, empoderando a la gente para tomar el control de sus propias vidas. En el peor de los casos, una determinada acción directa puede obstaculizar las actividades de una corporación o institución que los activistas perciben que está cometiendo una injusticia; pero esto es sólo una forma de desobediencia civil, no terrorismo.

2. La acción directa es violenta.

Decir que es violento destruir la maquinaria de un matadero o romper la ventana de un partido político que promueve la guerra es priorizar las propiedades sobre las vidas humanas y animales. Esta objeción valida sutilmente la violencia contra los seres vivos al poner toda su atención sobre los derechos de propiedad y no en otros hechos fundamentales.

3. La acción directa no es una expresión política sino una actividad criminal.

Desafortunadamente, el hecho de que una acción sea legal o no, no es una buena medida de si es justa o no. Las leyes de Jim Crow eran leyes después de todo. Oponerse a una acción sólo por el hecho de que es ilegal, es evadir la cuestión más importante de si es ética o no. Argumentar que siempre debemos obedecer las leyes, aunque consideremos que no son éticas o implicar condiciones no éticas, es creer que las posiciones arbitrarias del sistema legal tienen mayor autoridad moral que nuestras propias conciencias y esto nos vuelve cómplices de cara a las injusticias. Cuando las leyes protegen la injusticia, las actividades ilegales no son vicios ni la dócil obediencia a la ley es una virtud.

4. La acción directa es innecesaria donde la gente tiene libertad de expresión.

En una sociedad dominada por medios corporativos con una visión de túnel cada vez mayor, es casi imposible iniciar un diálogo público sobre alguna cuestión a menos que algo ocurra que llame la atención sobre ella. En tales condiciones, la acción directa puede ser un medio para favorecer la libertad de expresión más que de aplastarla. Igualmente, cuando gente que en otras condiciones se opondrían a una injusticia, la aceptan ahora como inevitable; no basta con sólo hablar sobre ella, es necesario demostrar que es posible hacer algo al respecto.

5. La acción directa te aísla.

Por el contrario, mucha gente que se siente aislada por la política tradicional de partidos se siente inspirada y motivada por la acción directa. Distintas personas sienten distintas aproximaciones adecuadas; un movimiento que busca ser incluyente debe ofrecer lugar a un amplio rango de opciones. A veces, personas que comparten os objetivos de aquellos que realizan acciones directas mientras se oponen a sus medios, gastan todas sus energías desacreditando una acción que se llevó a cavo. Al hacer esto, ellos arrebatan la derrota de las fauces de la victoria: sería mejor que aprovechen la oportunidad de concentrar toda la atención en las cuestiones sobre las que la acción intentaba llamar la atención.

6. La gente que practica la acción directa debería más bien trabajar a través de los canales políticos establecidos.

Mucha gente que practica la acción directa también trabaja dentro del sistema. Un compromiso de usar todos los medios institucionales para resolver problemas no necesariamente excluye un compromiso igual de seguir adelante donde los canales institucionales no pueden más.

7. La acción directa es excluyente.

Algunas formas de acción directa no están abiertas para todos, pero esto no necesariamente significa que no tienen valor. Todos tenemos diferentes preferencias y capacidades, y deberíamos actuar de acuerdo con ellas. La cuestión importante es cómo las diferentes aproximaciones de individuos o grupos que comparten los mimos objetivos a largo plazo pueden integrarse de tal modo que pueden complementarse.

8. La acción directa implica cobardía.

Esta acusación casi siempre viene de gente que tiene el privilegio de habar y actuar públicamente sin temer repercusiones; o lo que es lo mismo, de aquellos que tienen el poder en esta sociedad y aquellos que obedientemente aceptan tu poder. ¿Acaso la Resistencia Francesa debiera haber demostrado su coraje y responsabilidad enfrentando al ejército invasor Nazi en pleno día, condenándose a la derrota? Por esto, en un país cada vez más aterrorizado por la policía y la vigilancia federal de prácticamente toda la gente, no es de sorprenderse que aquellos disidentes quieran proteger su privacidad.

9. La acción directa sólo es practicada por estudiantes universitarios/ niños ricos privilegiados/ gente pobre desesperada/ etc.

Este alegato casi siempre se hace sin referencia a hechos concretos, como un calumnia. De hecho, la acción directa es y siempre ha sido practicada de formas variadas por gente de distintos giros de la vida. La única excepción posible podría ser los miembros de las clases más acaudaladas y poderosas que no tienen necesidad de practicar ningún tipo de acción ilegal o controversial; ya que, como por coincidencia, los canales políticos establecidos encajan perfectamente con sus necesidades.

10. La acción directa es trabajo de provocadores.

Esta es otra especulación que normalmente se hace a distancia, sin evidencias concretas. El alegato de que la acción directa siempre es trabajo de provocadores de la policía desempodera: descarta la posibilidad de que los activistas pudieran hacer algo así por ellos mismos, sobreestimando el poder de la inteligencia policiaca y reforzando la ilusión de que el Estado es omnipresente. Igualmente, descarta por adelantado el valor y el hecho de la diversidad de tácticas. Si la gente se siente con derecho de alegar que cualquier táctica que ellos no aprueban es una provocación policiaca, esto cierra la posibilidad de diálogo constructivo sobre las tácticas apropiadas.

11. La acción directa es peligrosa y puede tener repercusiones negativas para otros.

La acción directa puede ser peligrosa en climas políticos represivos y es importante que aquellos que la practiquen hagan esfuerzos de no poner a otros en riesgo. Esto no es necesariamente una objeción contra ella, de cualquier forma –por el contrario, cuando se vuelve peligroso actuar afuera de los canales políticos establecidos, se vuelve más importante hacerlo. Las autoridades pueden utilizar la acción directa como una escusa para aterrorizar a los inocentes, como lo hizo Hitler durante el Reichstag fue prendido en llamas, pero son aquellos en el poder los que deben responder por las injusticias que cometan al hacerlo, no aquellos que se oponen a ellos. Igualmente, aunque aquellos que practican acción directa de hecho corren riesgos, frente a una injusticia insufrible puede ser más peligroso e irresponsable dejara sin contestar.

12. La acción directa nunca logra nada.

Todo movimiento político efectivo a través de la historia, desde la lucha por la jornada de ocho horas al derecho al voto de las mujeres, ha empleado alguna forma de acción directa. La acción directa puede ser un complemento para otras formas de acción política de distintas formas. Si no por otra razón, sirve para subrayar la necesidad de reformas institucionales, dándole a aquellos que las impulsan más palancas para negociar. Pero puede ir más allá de este papel de apoyo para sugerir la posibilidad de una forma completamente diferente de organizar la vida humana, en la que el poder está distribuido de forma equitativa y la gente tiene igual voz de forma directa en todas las cuestiones que les afectan.

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