Contra todas las guerras, contra todos los gobiernos

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Comprendiendo la guerra Estados Unidos-Irán

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Luego del ataque aéreo de Estados Unidos que mató al general iraní Qasem Soleimani el 3 de enero, y de los ataques con misiles iraníes contra posiciones estadounidenses en Irak el 7 de enero, ha habido considerable ansiedad sobre la escalada de la guerra entre Estados Unidos e Irán. En un ecosistema de medios impulsado principalmente por el miedo y la indignación, las malas noticias viajan rápido, y las peores interpretaciones de las noticias viajan aun más rápido. Por nuestra parte, creemos que la guerra se intensificará, pero adoptando una forma más difusa que el tipo de guerra convencional que la mayoría de la gente espera. Como enemigos declarados de la guerra y la tiranía, creemos que es importante formular estrategias en consecuencia a ello.

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Luego de los ataques con misiles, el gobierno iraquí anunció que el ejército iraní había disparado 22 misiles, y que 17 de ellos atacaron la base aérea estadounidense de Al-Asad, 15 de los cuales detonaron (aunque sin víctimas). En una declaración posterior, el gobierno iraquí declaró que los funcionarios iraníes les habían advertido de los ataques por adelantado. De ser aquello cierto, parece probable que el gobierno iraní estuviera evitando intencionalmente matar tropas estadounidenses pero demostrando que es capaz de atacar objetivos estadounidenses. Esta es una manera en que el gobierno iraní puede salvar las apariencias y aplacar a los intransigentes, dejando a Estados Unidos la opción de no escalar la situación.

La respuesta real al asesinato de Soleimani por parte de Estados Unidos probablemente tendrá lugar fuera del teatro oficial de guerra, en la forma de violencia subsidiaria y ataques terroristas. Irán respalda a fuerzas en todo el Medio Oriente, especialmente en Irak y el Líbano, donde su representante Hezbolá podría decirse que es más poderoso que el gobierno oficial. Iraq y Siria ya han sido testigos de muchos años de violencia; ahora parece inevitable que toda la extensión de territorio desde el Mar Caspio hasta el Mediterráneo se vea afectada por la guerra civil en los años venideros. El Estado Islámico, que perdió el último de sus territorios hace menos de un año, será sucedido por otros grupos que han aprendido de su rápido ascenso y caída.

De modo que, independientemente de que la escalada de los EE.UU con  Irán desencadene un conflicto terrestre o propicie una ocupación, representa otro paso hacia una política exterior de los EE.UU. que presupone y apresura un futuro de guerra civil mundial. Como oponentes tanto de la guerra como de la tiranía, tenemos que analizar lo que los autoritarios de todas las tendencias pueden ganar con este enfoque.

Primero, vale la pena repetir que la escalada del conflicto de Estados Unidos con Irán confirma nuestra tesis de que cuando Donald Trump alentó al presidente turco Recep Tayyip Erdoğan a invadir Siria, no fue un paso hacia el retiro de Estados Unidos de la región, sino simplemente una reorganización de las alianzas de Estados Unidos en el Medio Oriente hacia actores más autoritarios. Estados Unidos ya había enviado 14.000 tropas más a la región antes de darle a Erdoğan la luz verde; desde entonces, miles de tropas más los han seguido. Los supuestos “antiimperialistas”, que repitieron la mentira de Trump de que estaba sacando a Estados Unidos de “guerras interminables”, ingenuamente le dieron cobertura a sus esfuerzos por instigar las ambiciones imperiales turca y rusa, mientras sentaban las bases para que él intensificara el conflicto con Irán.

A pesar del temor generalizado de los demócratas de que Trump esté tratando de iniciar una guerra para distraer de los (estancados) procedimientos de impeachment o manipular al público (ya polarizado) de cara a las elecciones, parece claro que Trump no está buscando una guerra convencional con Irán. Quiere lanzar el peso militar a los EE.UU sin verse involucrado en operaciones terrestres. Siguiendo el ejemplo de Israel, espera poder ordenar ataques aéreos quirúrgicos contra adversarios extranjeros de alto rango sin tener que hacer ocupación de otro país; de esa manera, puede obtener crédito de su base islamofóbica por ser duro, mientras perpetúa el engaño fino de que está “sacando a Estados Unidos de guerras interminables”.

La verdad es que la guerra del siglo XXI va a ser diferente de la invasión y ocupación de Irak en 2003. El conflicto en Siria nos da una idea de lo que podemos esperar: una guerra civil que duró años y que involucró a apoderados que representaban a la mayoría de los actores de poder globales, en la que las distinciones entre civiles y militares se difuminaron en todos los lados. Probablemente veremos más casos en los que la violencia oficial del Estado es performativa, como los ataques con misiles iraníes de ayer, mientras que la verdadera lucha y muerte la realizan representantes de poderes, fuerzas paramilitares y civiles.

Las principales víctimas de la escalada de Trump serán civiles, tanto ciudadanos estadounidenses como también iraníes e iraquíes. Sin embargo, parece claro que a Trump no le preocupa la probabilidad de que los civiles estadounidenses sean blanco de ataques como consecuencia de su decisión. Por el contrario, puede que incluso agradezca esos ataques, contando con que conduzcan a los estadounidenses más temerosos e ignorantes hacia su bando.

Desde el 2001, el Partido Republicano de Estados Unidos solo se ha beneficiado de las políticas que han polarizado poblaciones completas, resultando en el surgimiento de ISIS, ataques terroristas, y muertes de civiles por cientes de miles. Ellos cuentan con la amenaza del fundamentalismo islámico para hacer ver a su fundamentalismo autoritario más atractivo. Esto da otra interpretación del tweet de Trump declarando “¡Todo está bien! Y “Hasta aquí todo bien”, inmediatamente luego del ataque de misiles iraní. 

No hay fuerza bruta capaz de mantener unido el orden neoliberal, y Trump no está tratando de mantenerlo unido. Más bien, él y sus compatriotas nacionalistas buscan asegurar que los conflictos que suceden al orden neoliberal se desarrollen según líneas étnicas y nacionales, en lugar de unir a todos contra la clase gobernante que representa. Caso concreto: el gobierno iraní, amenazado por disturbios masivos hace apenas dos meses, ahora puede usar la escalada del conflicto con Estados Unidos para legitimar su autoridad interna.

En respuesta a las maquinaciones de los gobiernos iraní y estadounidense, nuestro objetivo es identificar y resistir todos los esfuerzos por enfrentarnos entre nosotros. Nuestro objetivo es construir solidaridad que cruce las líneas nacionales, étnicas y religiosas, mientras hacemos todo lo que podemos para derrocar gobiernos autoritarios de DC a Teherán. Nuestra esperanza es que los movimientos revolucionarios estallen a ambos lados de cada frontera. Las escaladas en la violencia del estatal se calculan para hacer esto imposible, para sustituir la guerra por la revolución. En un mundo que se dirige a guerras cada vez más difusas, impulsado por caudillos nacionalistas, nuestra mejor oportunidad de supervivencia es construir vínculos entre movimientos sociales combativos como los de Líbano, Egipto e Irán (y no hace mucho incluso en Rusia y Turquía) y, con suerte, pronto en Estados Unidos como también en Hong Kong y Chile. Luchemos contra los que nos harían morir en su nombre, no entre nosotros.

Esto contrasta marcadamente con la estrategia que implica el enfoque de ciertos izquierdistas autoritarios en Estados Unidos, que siempre buscan una autoridad que afirmar, se han decidido a legitimar al gobierno iraní. Seamos claros: hacerlo es escupir las tumbas de las 1500 personas que el gobierno iraní mató para acabar con el reciente levantamiento. Es legitimar todas las prisiones y la policía en Irán y todas las formas de tiranía contra las que el pueblo iraní se levantó. No tenemos que afirmar la legitimidad de las autoridades iraníes para condenar a Trump por intentar convencerlos de que nos ataquen. Si hay aliados naturales para nosotros en esta situación, deberían ser los que resistan la autoridad del gobierno iraní de la misma manera que nos oponemos a la autoridad de Trump.

Por nuestra parte, nuestra red incluye a refugiados que fueron obligados a huir del gobierno autoritario de Irán. No podemos apoyar “el menor de dos males”, ni podemos aceptar el tipo de razonamiento binario que sugiere cualquiera al que el gobierno de Estados Unidos se oponga debe ser, por lo tanto, un gobierno bueno y legítimo. Apoyamos a aquellos en Medio Oriente que han declarado que:

la oposición a los ataques aéreos del imperialismo estadounidense y a las amenazas de guerra contra Irán e Irak sólo pueden ser efectivas cuando están enraizadas en solidaridad con las fuerzas progresistas y revolucionarias en la región de Medio Oriente y el norte de África y en total oposición a todos los gobiernos autoritarios y potencias imperialistas en la región.

Nos gustaría ver a otros en Estados Unidos poner más empeño en aprender sobre los movimientos de resistencia antiautoritaria en Irán y otras partes del Medio Oriente, y menos energía en tratar de rehabilitar a Soleimani como un héroe “antiimperialista”. Los dos bandos que quieren forzar la falsa dicotomía de “Trump o Irán” sobre nosotros son simétricos en el sentido de que cuentan con la amenaza representada por la alternativa para obligarnos a ponernos del lado de ellos. Tenemos que hacer que otra opción sea pensable: un camino compartido hacia la libertad.

Es por ello que estamos en contra de todas las guerras, contra de todos los gobiernos, contra todas las opresiones. Creemos apasionadamente en el potencial de que todos los seres humanos tienen a la autodeterminación, al apoyo mutuo y a la coexistencia pacífica. Las autoridades a ambos lados quieren hacernos temer los unos a los otros, pero sabemos que ellos son nuestro enemigo principal.


“El mundo no está dividido entre países. El mundo no está dividido entre Oriente y Occidente. Tu eres estadounidense, yo soy iraní,  no nos conocemos, pero hablamos juntos y nos entendemos perfectamente. La diferencia entre tú y tu gobierno es mucho más grande que entre tú y yo. Y la diferencia entre yo y mi gobierno es mucho más grande que entre yo y tú. Y nuestros gobiernos son muy parecidos.”

Marjane Satrapi

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