El 13 de junio, un conductor atacó una manifestación en Minneapolis, asesinando a Deona Marie Erickson. Este es el resultado de años en los que la derecha ha intentado normalizar—e incluso legalizar—los ataques vehiculares. Ahora los medios corporativos han dejado de priorizar su cobertura, allanando el camino para que se lleven a cabo más asesinatos. En colaboración con nuestrxs compañerxs de It’s Going Down y sobre el terreno en Minneapolis, hemos preparado las siguientes reflexiones sobre las implicaciones que esto tiene.
Poco antes de la medianoche del 13 de junio, mientras lxs manifestantes se reunían en Lake Street y Girard Avenue para protestar por el asesinato de Winston Smith a manos de los ayudantes del sheriff y los US Marshals, un hombre, llamado Nicholas Kraus, condujo su todoterreno, a toda velocidad, contra la multitud allí concentrada, matando a Deona Marie Erickson. Un militante antifascista negrx, que estaba sobre el terreno en el momento del ataque, relata que para lxs presentes estaba claro que el ataque fue premeditado: “Se podía oír su motor a tres manzanas de distancia”.
Según Unicorn Riot,
“El coche de Deona Erickson estaba aparcado en un lateral de la calle, de manera que pudiera proteger a las personas que se estaban concentrando. Ella se encontraba sentada en la acera, a unos cinco metros de distancia de su automóvil, momentos antes de que el agresor chocara a gran velocidad contra él. Lxs testigos cuentan que fue embestida por su propio automóvil, que la lanzó por los aires. Lxs médicos de la calle que se encontraban en el lugar de los hechos consiguieron reanimarla, pero acabó muriendo en el hospital.”
Deona Marie Erickson tenía dos hijas. Trabajaba como directora de programas en un centro para adultos discapacitadxs. Hoy habría sido su 32 cumpleaños. Dio su vida para proteger a quienes protestan contra los asesinatos perpetrados por la policía.
Lxs manifestantes detuvieron al conductor, Nicholas Kraus. Testigos presenciales refutan las acusaciones de la policia de que le “sacaron de su coche”; al parecer, la policía no reaccionó hasta después del ataque, enviando a lxs antidisturbios a amenazar a la multitud antes de que pudiera llegar una ambulancia. Dadas las circunstancias, la respuesta de lxs manifestantes fue, como mínimo, comedida.
twitter.com/aishaforward10/status/1404509174516625408
La Cultura de los Ataques Vehiculares
Pongamos este ataque en contexto.
Fox News y el Daily Caller difundieron un video que animaba a sus espectadorxs a llevar a cabo ataques vehiculares contra manifestantes, esto lo hicieron meses antes de que tuviera lugar la manifestación fascista “Unite the Right” en Charlottesville, en la que un autodenominado neonazi hizo exactamente eso, matando a Heather Heyer e hiriendo a 35 personas. Posteriormente, se filtraron chats que mostraban que otrxs neonazis también planeaban usar vehículos para atacar a lxs manifestantes.
En el verano de 2020, los ataques vehiculares se incrementaron como respuesta a las protestas contra los asesinatos a manos de la policía de George Floyd, Breonna Taylor y otrxs. Más de una docena de personas fueron asesinadas en estos y otros ataques contra el movimiento.
twitter.com/IGD_News/status/1404699241570705408
Hoy en día, legisladorxs de todo Estados Unidos están adoptando medidas para criminalizar cualquier actividad de protesta, introduciendo una amplia variedad de proyectos de ley antiprotesta. Entre ellxs, lxs legisladorxs de Oklahoma y Florida, han aprobado leyes que garantizan la inmunidad civil y penal a lxs conductorxs que atropellen a lxs manifestantes con sus vehículos, otorgando con ello a lxs vigilantes el derecho a estrellar sus coches contra manifestantes. Al mismo tiempo, Florida ha introducido penas de hasta 15 años de prisión por bloquear el tráfico.
El mensaje es bastante claro. En resumen, lxs legisladorxs y la policía buscan reprimir a lxs peatones que actúan colectivamente para oponerse a la violencia del estado, al tiempo que otorgan privilegios adicionales a lxs conductorxs que, para apoyarla, actúan individualmente realizando sus propios ataques. Las instituciones oficiales del estado no han logrado ejercer la suficiente violencia como para reprimir los movimientos contra la violencia policial y la supremacía blanca, por lo que están delegando esta tarea en otrxs—una vieja estrategia de contrainsurgencia que refleja la herencia colonial de Estados Unidos.
En un nivel fundamental, la forma de subjetividad que promueven estxs legisladorxs es lo que podríamos llamar una subjetividad automovilistica: consumista, individualizada, comprometida con el buen funcionamiento del orden existente y que considera las demás posibilidades como amenazas. Estructuralmente hablando, para el/a automovilista, los demás seres humanos —tanto el tráfico, como lxs peatonxs—son obstáculos, y los únicos recorridos imaginables vienen dictados por las rutas establecidas por el estado y la economía. El/a automovilista quiere que las leyes se apliquen a los demás, bajo la premisa de que eso reducirá las formas en que otrxs pueden molestarlx, pero no quiere que las leyes se le apliquen a él/ella mismx. Al concebir nuestra sociedad como un mundo completamente mapeado—como lo hace Google Maps—en el que todos los medios de locomoción, todas las formas de actuación se individualizan en función de los medios económicos, el/a automovilista no puede imaginar por qué la gente se reuniría, fuera de la carretera o no, para desafiar a la propia aplicación de la ley.
Por impactantes que sean los ataques vehiculares cuando ocurren, son un reflejo de la sociedad en la que tienen lugar. Son antisociales, pero expresan e intensifican las premisas antisociales de nuestras relaciones cotidianas. Automovilista versus peatón es una clásica contraposición de clase, en una sociedad en la que el transporte y la movilidad están profundamente racializados. Las personas que se criaron viendo anuncios que mostraban jeeps atravesando el paisaje sospechosamente desierto de la frontera, y que luego se encuentran sentadas, todos los días, durante una hora, en un atasco de la autopista, buscan alguien a quien culpar y—como de costumbre—culpan a aquellxs con menos poder que ellxs mismxs. Violencia al volante.
En este contexto, el canto “¿Las calles de quién? ¡Nuestras calles! plantea otra forma de vida, otra manera de relacionarnos y de concebir lo que podría ser nuestra vida. En lugar de enmarcar los ataques vehiculares como aberraciones de un orden social pacífico—que deben ser solucionados mediante, por ejemplo, más vigilancia—tenemos que entenderlos como una de las manifestaciones más repugnantes de una estructura social que es fundamentalmente racista y antihumana, y que solo se puede resolver a través de nuevas formas de convivencia.
Honrar a aquellxs cuyas vidas han sido arrebatadas por la policía y lxs vigilantes parapoliciales es un primer paso para la consecución de este fin, y es importante que las personas lo hayan estado haciendo de manera presencial compartiendo determinados espacios físicos. Internet—la superautopista de la información—tiende a reforzar la mentalidad automovilista de competencia abstracta y hostilidad. Uno de los pasos más básicos que podemos dar para crear un nuevo tejido social en términos igualitarios, es encontrarnos en persona de maneras que reafirmen la especificidad del lugar en el que lo hacemos.
Esto nos da más perspectiva sobre las iniciativas que están llevando a cabo las autoridades para desalojar la zona autónoma que existe en el lugar donde fue asesinado George Floyd, con el fin de reabrirla al “paso libre del tráfico”. La retórica sobre las “guerras culturales” se usa generalmente para evocar un conflicto entre lxs que están en los extremos de la izquierda y la derecha, pero aquí vemos a lxs funcionarixs centristas, que pretenden ser neutrales, imponer a la fuerza un modelo particular de lo que deberían ser nuestras vidas, relaciones y formas de duelo.
Asesinxs de Extrema Derecha y Centristas Beneficiadxs
Nicholas Kraus, un hombre con un largo historial de violencia doméstica y abusos, es representativo del tipo de hombres disfuncionales y alienados que lxs provocadorxs de extrema derecha pretenden utilizar como arma para llevar a cabo ataques estocásticos contra los movimientos sociales.
Esta es, de hecho, una versión diluida de la misma estrategia que ha utilizado ISIS en Oriente Medio en los territorios que no controla: aprovechando la desesperación, los prejuicios y los problemas de salud mental de una población con derechos, pero privada de ellos, la extrema derecha aspira a impedir las movilizaciones populares a través de sistemáticos, pero negables, ataques terroristas. Con el fin de apoyar la represión del estado, al tiempo que se abre un espacio para que los grupos fascistas recluten y se movilicen, su objetivo es aumentar los riesgos de organizarse públicamente hasta tal punto que para los movimientos sea difícil mantener su fuerza. En Turquía, este enfoque ayudó al despótico gobierno de Recep Tayyip Erdoğan a aplastar lo que habían sido hasta ese momento poderosos movimientos sociales… Lxs beneficiarixs últimos no son solo lxs políticxs de extrema derecha, sino también lxs capitalistas centristas que no desean ver cambios sustanciales que puedan amenazar su poder.
Los ataques de estxs vigilantes también son ventajosos para las autoridades, que quieren presentarse como “neutrales”, mientras reprimen los movimientos de protesta contra los asesinatos que lleva regularmente a cabo la policía que supervisan. Estos ataques les permiten desviar el foco de atención de la violencia ejercida por las instituciones que representan, devolviéndolo a la cuestión de cómo “mantener el orden”.
Si el objetivo de quienes buscan alentar los ataques de lxs vigilantes es desalentar los movimientos basados en la acción directa, esto encaja con los objetivos de las autoridades, que buscan usar el Complejo Industrial sin ánimo de Lucro para sobornar a un sector de lxs activistas, y así oponerse y socavar las estrategias efectivas desde dentro del propio movimiento. En ese sentido, una de las formas más importantes de evitar que lxs atacantes logren sus objetivos es preservar la estructura horizontal popular de los movimientos contra la policía, mientras se siguen poniendo de relieve las formas sistémicas de violencia de lxs supremacistas blancxs, junto con la de los ataques de lxs vigilantes.
“Algunas de estas personas con los megáfonos, supongo que su función es hacer que la gente se enfade y ponerla en un lugar y hacerla desfilar y educarla y decirle cuáles son sus próximos grandes planes y a quién apoyan políticamente y cosas así.”
“Me gusta la comunidad, lo orgánico— sin micrófonos, sin megáfonos, como ahora mismo. Hay unas cincuenta personas—pero cincuenta personas tienen cerradas Lake y Hennepin ahora mismo, ¿entiendes lo que digo? Ahora mismo estamos moviéndonos. A diferencia de cuando dos o tres centenares de personas que sostienen pancartas, marchan y luego se sienten realizados, se dan palmaditas en la espalda y se marchan—ahí realmente no se cierra una mierda. La policía ya ni siquiera controla las manifestaciones. De ahí no saldrá ningún cambio”.
-Militante antifascista negrx anónimo en Minneapolis, la noche del 15 de junio de 2021
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Pero ¿Quién está Prestando Atención?
“Protestabas porque estaba de moda y ‘todo el mundo lo estaba haciendo’. ¡Yo protesto porque la gente está muriendo aquí! “
-Deona Marie Erickson, 10 de junio
En 2021, muchxs liberales y progresistas han abandonado las calles, confiando en la administración Biden para revertir las políticas de la administración Trump. En consecuencia, el asesinato de Deona Marie Erickson ha atraído considerablemente menos atención de la que hubiera atraído el año pasado. Este abandono de las luchas sociales crea las condiciones idóneas para que se produzcan más ataques como este.
Esto nos recuerda como era la situación antes de que el asesinato de Heather Heyer fuera noticia mundial, cuando la extrema derecha perpetró una serie de asesinatos por todo Estados Unidos sin llamar la atención de los medios corporativos. Estos sólo se vieron obligados a cubrir los sucesos de Charlottesville porque no fue posible esconder bajo la alfombra el hecho de que mil fascistas se habían reunido en el mismo lugar y habían matado a una mujer blanca. Dado que los acontecimientos pillaron por sorpresa a lxs editorxs de noticias—aunque no a lxs antifascistas—no estaban preparadxs para darle la vuelta a la historia de acuerdo con las preferencias de sus patrocinadorxs corporativxs; así que, repentinamente, durante una semana, un sinfín de medios de comunicación ofrecieron una cobertura bastante honesta de la amenaza que representa la extrema derecha. Posteriormente, aunque esta cobertura se vio atenuada por los esfuerzos para demonizar a lxs antifascistas, los medios de comunicación centristas continuaron informando sobre ataques de extrema derecha para asociarlos con el programa de la administración de Donald Trump.
Pero ahora que lxs centristas no pueden aprovechar la muerte de Deona Marie contra Trump, están preparadxs para tratarla como, simplemente, otra triste faceta de la vida estadounidense, para esconderla bajo la alfombra una vez más.
Esto coincide con un entumecimiento emocional generalizado que surge tras varios años de tragedias constantes. La pandemia de COVID-19 ya ha acostumbrado a muchas personas a pensar que la vida humana es prescindible. El fin de semana pasado fue testigo de múltiples tiroteos en varios estados. La pobreza ha alcanzado su nivel más alto desde el comienzo de la pandemia. Estas son las fuerzas que, donde no hay modelos para una búsqueda colectiva de la liberación, empujan a personas desesperadas a adoptar políticas de extrema derecha, creando un circuito de retroalimentación que generará más y más tragedias.
“Nos mantenemos a salvo”. “Nos protegemos”. Estos lemas se extendieron en el transcurso de los movimientos que irrumpieron en el escenario mundial en Ferguson, Missouri, porque se ha hecho totalmente evidente que nadie más va a protegernos. Deona Marie murió haciendo todo lo posible por mantener a salvo a sus compañerxs—por abrir un espacio en el que las personas puedan llegar a conocerse en condiciones diferentes, como parte de una comunidad basada en el respeto compartido por todos los seres humanos, no en la competencia capitalista individualizada. Deberíamos hacer lo mismo, para que todxs, como ella y como George Floyd, Breonna Taylor y Winston Smith— pudieran vivir. Deberíamos hacer lo mismo, porque la alternativa significa aislamiento, significa, en última instancia, ser tratadxs como prescindibles.
“Si lxs fascistas hubieran atropellado a Deona Marie y no hubiéramos mantenido el espacio, no hubiéramos levantado las barricadas que la ciudad acaba de intentar derribar, entonces el mensaje de Deona Marie no habría servido para nada. Tenemos que estar aquí fuera. Ese fascista gana—ese fascista que condujo su coche hasta aquí, él gana. ‘Oh, lxs eché de la calle. Se han ido. Mis compañerxs supremacistas blancxs pueden disfrutar de Lake Street ahora, porque eché a esxs cabronxs de la calle, ‘¿entiendes lo que quiero decir?”
“Ahora estamos aquí con más fuerza. Tenemos que estar.”
-Militante antifascista negrx anonimx en Minneapolis, 15 de junio de 2021
twitter.com/TigerWorku/status/1404329351211016192
“Sobre Deona Marie”
De una mujer anarquista internacionalista en Rojava:
A medio mundo de distancia oigo hablar de este sacrificio, este martirio. Utilizo las palabras sacrificio y martirio y no la palabra “tragedia” porque oigo hablar de una compañera que eligió defender su comunidad, y hay pocas cosas más hermosas y libres en este mundo que esa elección. Pensó más allá de sí misma, sintió más allá de su propia seguridad personal, para defender a aquellxs que lucharon juntxs, hombro con hombro con ella, por la libertad.
Cuando una vida se da y se quita en la lucha, a aquellxs que nos quedamos no nos resulta fácil continuar. Sería deshonesto por mi parte decir que esto no es duro, pero no podemos dejar que ese pesar se convierta en un lastre—ese pesar puede darnos fuerza y poder, y con él, podemos continuar su lucha.
Cada mártir es una razón más para continuar, otro ejemplo en el que apoyarnos. Por cada mujer a la que le quitan la vida, por cada compañera, por cada persona que se pone en pie para defender a su comunidad, cuya luz tratan de apagar, podemos estar segurxs de que cien se levantaran en su lugar. El tiempo en el que podíamos estar separadxs por motivos de raza, clase y género está llegando a su fin. Cuando nos sacrificamos unxs por otrxs de esta manera, como compañerxs, como personas que comparten una lucha por la libertad, los métodos de nuestrxs enemigxs se convierten en polvo.
Este es el momento de defender nuestras comunidades como lo hizo Deona. De otra manera no habremos estado a su altura. Su decisión de defenderla fue un acto sagrado de amor—dejémonos guiar por él.
Saludos revolucionarios, respeto y amor desde Rojava.