En el siguiente texto, un anarquista de Sri Lanka que participó en el movimiento de protesta que derrocó al presidente Gotabaya Rajapaksa reflexiona sobre Gota Go Gama (GGG) (“Gota vete a casa!”), la ocupación en el corazón del movimiento. Gama significa “pueblo” en cingalés; el equivalente en tamil es Gramam. A partir del 9 de abril, los manifestantes establecieron una ocupación permanente en Galle Face, el parque de medio kilómetro junto al mar en el centro de Colombo, la capital de Sri Lanka. El 9 de julio, una combativa multitud asaltó el Palacio Presidencial, la Secretaría Presidencial y la residencia del Primer Ministro, obligando a Gotabaya Rajapaksa a huir del país.
Se pueden leer entrevistas con participantes en este movimiento aquí y una reflexión sobre su relación con otros levantamientos de nuestro tiempo aquí. El autor del siguiente texto lo firmó “el Tábano “; puedes acceder a él aquí. Fotografías por cortesía de Riyal Riffai. Traducción por A Planeta.
Un manifestante en un desfile de coches el 4 de abril de 2022.
Se necesita todo un pueblo
“Parece toda una vida, o al menos una Era Principal, el tipo de cima que nunca se repite. Gota Go Gama fue una época y un lugar muy especial del que formar parte. Tal vez significó algo. Quizá no, a la larga… pero ninguna explicación, ninguna mezcla de palabras o música o recuerdos puede tocar esa sensación de saber que estabas allí y vivo en ese rincón del tiempo y del mundo. Significara lo que significara…
Había locura en cualquier dirección, a cualquier hora. Podían saltar chispas en cualquier lugar. Había una fantástica sensación universal de que lo que hacíamos era correcto, de que estábamos ganando…
Y eso, creo, era el sostén: esa sensación de victoria inevitable sobre las fuerzas de lo Viejo y del Mal. No en un sentido mezquino o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía simplemente se agotaría. No tenía sentido luchar, ni por nuestra parte ni por la suya. Teníamos todo el impulso; estábamos en la cresta de una alta y hermosa ola…
Así que ahora se puede subir a esa empinada colina de Galle Face y mirar hacia el Oeste, y con los ojos adecuados casi se puede ver la marca de agua alta, ese lugar donde la ola finalmente rompió, y retrocedió”.
-Gatherer S. Thompson
Manifestantes el 9 de abril, en la apertura del movimiento de ocupación.
Manifestantes el 10 de abril de 2022.
Fue el Woodstock de Sri Lanka, Kronstadt y Occupy Wall Street, todo en uno. Para la mayoría de nosotras, empezó en abril. Con la lluvia casi constante y el barro que nos empapaba los pies, todas coreamos, con mil ganas, “¡VETE YA!”.
Crecimos oyendo hablar de los días de gloria de la Hartal [huelga general] de 1953. Fue cuando Sri Lanka se paralizó y todo el mundo se levantó básicamente y se puso en huelga. “La gente salió de sus casas y cocinó arroz en las vías del tren”, decían los del baby boom. “El país era una ciudad fantasma”.
Luego tenemos los agrios recuerdos de los malditos finales de los ochenta. Mientras en Estados Unidos se escuchaba “Todo el mundo quiere gobernar el mundo” y se veía “Say Anything”, en Sri Lanka se escuchaban gritos que salían de las cámaras de tortura y se veían los últimos cuerpos carbonizados y rotos ardiendo en piras de neumáticos.
Pero treinta años después, ocurrió algo muy diferente, y fue un cambio refrescante respecto a las tonterías políticas con las que nos han alimentado desde la década de 1990.
Gota [el ex presidente Gotabaya Rajapaksa] llegó prometiendo al pueblo un país de las maravillas, pero todo lo que obtuvo fue un purgatorio de apagones e inflación. Los mercados libres no pudieron arreglar el desorden; el hombre nos estaba robando a manos llenas y las colas para comprar productos básicos se extendían por kilómetros y kilómetros. El problema se desató cuando incluso la clase media (es decir, la clase a la que le importa una mierda) salió a la calle a protestar. Todo estalló cuando los y las manifestantes se dirigieron a Mirihana [el suburbio en el que vivía Gotabaya Rajapaksa] para abroncar al viejo chivo en su decadente guarida. El resto del país observó, pegado a sus televisores; en sus rostros se dibujaron lentas sonrisas al ver cómo las barricadas policiales eran derribadas con triunfante vigor.
Ese fue el momento en que las ovejas se convirtieron en leones. En los días siguientes, la chusma marchó hasta el trozo de hierba llamado Galle Face y juró con los puños en alto que no se movería hasta que Gota se fuera a casa.
Manifestantes el 14 de abril de 2022.
Manifestantes el 14 de abril de 2022.
Personas leyendo en la biblioteca en la ocupación del 16 de abril de 2022.
“Resistencia sin líderes”
El GGG fue el primer movimiento verdaderamente sin líder de Sri Lanka.
“Aquí no manda nadie, hermana. De hecho, somos todas nosotras las que estamos al mando. Tú, yo y ese tipo de ahí”, dijo alguien en Galle Face.
Anarchos: En griego significa “Sin gobernantes ni líderes”.
Pero eso no impidió que los policías detuvieran a personas que creían que eran líderes.
En cierto modo, el hecho de que el movimiento de Galle Face no tuviera líderes ofrecía la ventaja de frustrar a las autoridades, que seguían buscando una figura carismática y melancólica en algún lugar de las tiendas que planeaban una revolución.
En los primeros días del GGG, recordamos que policías de paisano y espías políticos nos preguntaban quién era el líder. El Gobierno buscó frenéticamente para cortar la cabeza de la serpiente.
Pero, al igual que Ravanan [el mítico rey demonio de diez cabezas de Lanka], el Aragalaya [lucha en cingalés] también tenía muchas cabezas.
Algunos de nosotros sabíamos que se había encendido un fuego…
Una manifestación el 17 de abril de 2022.
Una manifestación el 17 de abril de 2022.
Compartir es cuidar
La ayuda mutua define la sociedad humana. No habríamos llegado hasta aquí si nuestros antepasados no se hubieran agrupado en tribus para sobrevivir.
Pero ese sentido de comunidad, incluso en Asia (o deberíamos decir, especialmente en Asia), se había perdido con el tiempo con cada iteración del Estado.
GGG reafirmó la importancia de la comunidad construyendo una que se ocupaba de una revolución que estaba ocurriendo en el corazón de Colombo.
Había una cocina, un hospital, un jardín de guerrilla, puntos de distribución, una biblioteca, un cine y una escuela, mientras que dos camiones con paneles solares hacían las veces de centrales eléctricas. Las personas que podían contribuyeron con alimentos, ropa, tiendas de campaña y libros. Las personas que no podían prestaron sus manos para construir y dirigir la Gama.
El lugar de la protesta se llamó Adarasha Gammanaya, o “pueblo modelo”.
El gobierno de Sri Lanka ya había intentado crear tales Adarasha Gammanayas antes, como el proyecto gammudawa [Gam Udawa, “aldeas emergentes”] inspirado en los kibbutz. Pero fue nuestra pequeña Gama la que dio que hablar al mundo.
La construcción de la autonomía y la autosuficiencia ya se había intentado antes en Sri Lanka, pero era para sostener la imagen de los regímenes gobernantes; rara vez eran en beneficio de la gente común.
Pero el GGG se unió y funcionó de forma no explotadora. Nadie tenía privilegios especiales y todos recibían su parte justa. “A cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades “.
Las secuelas del asalto al campamento del 9 de mayo.
9 de mayo: La policía es la misma en todo el mundo.
Comprender que sólo nos tenemos las unas a las otras
Sri Lanka ha estado plagada de violencia sectaria durante mucho tiempo. Las raíces de la intolerancia y el racismo se remontan a antes de la independencia; los políticos han utilizado las diferencias étnicas y las luchas para dividir a la gente de forma eficaz. Se han escrito bibliotecas de libros sobre la historia conflictiva de Sri Lanka; se necesitaría algo más que un fanzine para abarcarla toda.
Dadas las numerosas divisiones del país, el Estado y sus amigos esperaron alegremente que GGG se desmoronara en una semana. Pero estaban muy equivocados.
En su lugar, vieron a nuestras compañeras y compañeros LGBTQ sirviendo cenas de Iftar [la comida que se toma después de la puesta de sol durante el Ramadán] a los musulmanes,
A los sacerdotes, monjes, monjas e imanes formando barreras humanas para proteger a los manifestantes estudiantiles de las porras de la policía,
A los cingaleses conmemorando las vidas tamiles perdidas en los disturbios raciales del 83 y en la última fase de la guerra [la guerra civil de Sri Lanka],
Una mezcla de clases,
Y una reunión de toda la gente, juntas por un propósito.
Esas noches bajo las estrellas y con la brisa del océano Índico, nos recordaron lo que nos hace verdaderamente humanos.
Nos abrazamos a pesar de nuestras diferencias:
Entendimos que se necesitan los cinco dedos apretados y levantados para golpear a los que nos oprimen.
Manifestantes en la noche del 9 de mayo de 2022, tras el primer ataque a la ocupación.
Un bloque de monjes budistas con banderas negras en señal de protesta.
16 de mayo: una pancarta en la que se lee “sin justicia, no hay paz”.
La acción genera confianza…
Éramos los galos de Galle Face; una horda bárbara que se lanzaba contra los escudos romanos de la policía antidisturbios.
Muchos de nosotros recibimos nuestra primera dosis de gas lacrimógeno. Los botes usados se convirtieron en una pieza de coleccionista. Los estudiantes radicales que prácticamente se habían criado con ese material iniciaron a los novatos en el arte de la lucha callejera.
Si los ojos son las ventanas del alma, los ojos llenos de gas lacrimógeno son las compuertas de los desposeídos.
Los pilares de la solidaridad y la ayuda mutua apoyaron la acción directa de Gama; especialmente los cánticos de protesta de 24 horas en la Puerta Cero, la barricada principal frente a la Secretaría Presidencial.
En consecuencia, las paredes de la ciudad portuaria se cubrieron de grafitis y se colgaron pancartas negras de los postes de la luz. Muchos vendedores ambulantes y pequeños comercios abrieron sus tiendas para atender a las multitudes de manifestantes que acudían a diario.
La red de apoyo ayudó a GGG a abrir sucursales en muchas partes de la isla para ayudar a educar a la gente.
Y cuando el Estado atacó a los y las ocupantes el 9 de mayo, la gente no se quedó de brazos cruzados, sino que despachó a los brutos a toda prisa en las aguas infestadas de algas del lago Biera.
En un país marcado por los disturbios interétnicos y las masacres, en la noche del 9 de mayo se dio la vuelta al relato cuando el pueblo quemó las casas de los diputados y otros políticos del gobierno.
La mayor acción directa de la historia de Sri Lanka es, sin duda, el asalto al Palacio Presidencial, la Secretaría Presidencial y el Temple Trees [la residencia oficial del Primer Ministro de Sri Lanka] el 9 de julio. Los manifestantes se lanzaron a las piscinas de estas decadentes casas y miles de personas acudieron a Colombo para retozar en los lujos que estaban fuera del alcance de la plebe.
El movimiento, por un tiempo, pareció volver a colocar la columna vertebral que durante mucho tiempo se le había quitado a un pueblo muy sufrido. Fueron días de triunfo para un pueblo subyugado por caudillos, déspotas, imperialistas y capitalistas.
5 de junio: una de las tiendas de la ocupación.
20 de junio: el desfile del Orgullo en la capital de Sri Lanka en pleno movimiento de ocupación.
Dónde nos equivocamos
La ocupación de los tres edificios estatales no duró mucho tiempo y los medios de comunicación y propagandistas, perritos falderos del gobierno se dedicaron a asustar al público con rumores sobre minorías que financiaban secretamente a GGG, entre otras cosas.
El Parlamento eligió rápidamente a Ranil Wickremesinghe para ocupar el puesto vacante de Gota, en un intento desesperado por salvar el establishment. Ranil es el Frank Underwood [el principal antagonista de la peli de suspense político Casa de Cartas] de la política de Sri Lanka y había sido la mano derecha de los gobiernos de los partidos al estilo de Pinochet de finales de los años ochenta. Su notoriedad creció a partir de un rumoreado campo de tortura llamado Batalanda.
Ranil es más conocido como un astuto negociador. Extrañamente, esto no llamó la atención de los ocupantes cuando decidieron entregar los edificios el 22 de julio. El juggernaut de GGG fue adormecido por la complacencia a la que se enfrentan todas las revoluciones cuando se obtienen victorias. No vimos la mano del Estado profundo en el acción, deshaciendo lentamente el terreno que pisábamos.
Es bastante fácil para los moderados y liberales de cualquier movimiento popular tomar el camino del compromiso. Las máscaras pseudo-radicales que algunos llevan se derriten poco a poco cuando los poderes fácticos lanzan unos cuantos cacahuetes, o sólo la promesa de cacahuetes. Los peores infractores son los minipolíticos carismáticos que invaden los espacios radicales. Tienen el encanto de desviar todas las discusiones políticas a su favor. Se desprenden de las últimas ideologías y se mezclan con bastante facilidad, pero no tienen ni idea de teoría ni de praxis.
La clase política conoce bien a estos tipos y los ceba con privilegios en el régimen venidero, preparándolos para que se conviertan en los nuevos estatistas. Este tipo de gente ha desbaratado muchos de los movimientos que han ocurrido.
19 de julio: la secretaría ocupada.
Un póster de CrimethInc. colgado en una de las tiendas del Gota Go Gama.
Otro cartel colgado en una carpa de la Gota Go Gama (Gota Vete a Casa) el 16 de julio de 2022. El diseño es de @lightandcrispy_.
Lo que estamos tratando ahora…
Mientras tanto, el equipo del FMI [Fondo Monetario Internacional] ha venido y se ha ido, prometiendo un rescate que, sin duda, hará recaer sobre el pueblo la carga madre de las medidas de austeridad.
Las colas para comprar combustible siguen siendo habituales. Una barra de pan ha subido a 350 rupias, inasequible para la mayoría de los trabajadores pobres.
Con el guante lanzado por el Estado, las fuerzas persiguen a los y las manifestantes con extremo prejuicio. Se detiene a la gente por robar jarras de cerveza, banderas y otras cosas mundanas de los edificios estatales. Diablos, ¡incluso el tipo que se abrazó a la columna del Palacio Presidencial fue arrestado!
GGG fue desalojado una semana después de la brutal represión del 22 de julio. Muchos y muchas manifestantes fueron golpeados sin piedad con barras de hierro y cables eléctricos; tiendas de campaña e instalaciones fueron destrozadas. El miedo creció cuando empezaron a aparecer cadáveres en la playa junto al lugar de la ocupación. Los titulares estaban llenos de tiroteos, que la policía calificó de “violencia de bandas”.
Para colmo de males, el gobierno declaró que se cobraría a los manifestantes 5 millones de rupias (unos 13.800 dólares estadounidenses) por los daños supuestamente causados en el parque Galle Face.
Gotabhaya, que andaba saltando por el sudeste asiático tratando de pedir asilo en un tercer país, voló de vuelta a Sri Lanka la noche del 2 de septiembre y fue llevado rápidamente a la casa de la familia Rajapaksa en el sur por un grupo de aduladores políticos en un convoy de jeeps. Se rumorea que podría intentar colarse por la puerta trasera del Parlamento e ir a por el puesto de Primer Ministro.
El Aragalaya se tambalea, pero no nos iremos en silencio a la noche. Hemos aprendido la lección y estamos esperando el momento oportuno para volver a hacer historia.