El 16 de septiembre de 2022, la policía de la Patrulla de Vigilancia de Teherán asesinó a una mujer de 22 años; supuestamente, no llevaba el hiyab de acuerdo con la política estatal iraní. En respuesta, personas de todo Irán han salido a las calles durante casi dos semanas, enfrentándose a la policía y abriendo espacios de libertad irreductibles. Para mucha gente, parece que en Irán está en marcha un proceso revolucionario.
En colaboración con el Colectivo 98, un grupo anticapitalista y antiautoritario centrado en las luchas en Irán, pudimos entrevistar a feministas iraníes y kurdas sobre la situación. El Colectivo 98 deriva su nombre de “Aban” 98, el levantamiento que se extendió por Irán en noviembre de 2019, año 1398 según el calendario iraní. En el siguiente texto, exploran el significado histórico de esta ola de revuelta y las fuerzas que la pusieron en marcha.
La mujer cuya muerte desencadenó este movimiento es más conocida como Mahsa Amini, gracias a la información periodística y a los hashtags de las redes sociales. En realidad, su nombre kurdo es Jina; este es el nombre por el que la conocen su familia, sus amigos y todo el Kurdistán de Irán. Las personas kurdas de Irán -al ser una minoría étnica- suelen elegir un “segundo nombre” persa para ocultar su identidad kurda. En kurdo, Jina significa vida, un concepto político que aparece en el lema que las mujeres kurdas han popularizado en las zonas kurdas de Turquía y Rojava desde 2013, y que se ha convertido en el estribillo central de este ciclo de luchas: Jin, Jian, Azadî [“mujeres, vida, libertad”].
Desde la revuelta en Irán hasta las protestas contra la guerra en Rusia, desde la defensa de Exarchia hasta los paros estudiantiles que protestan contra las políticas antitrans en Estados Unidos, la resistencia al patriarcado es fundamental para enfrentarse al capitalismo y al Estado. Una victoria en Irán impulsaría una serie de luchas similares en todo el mundo.
Para estar al tanto de los acontecimientos en Irán, recomendamos SarKhatism y Blackfishvoice en Telegram (ambos en farsi) y los sitios web del Slingers Collective y de la Kurdistan Human Rights Network (ambos en inglés).
Jina significa vida: Jina Mahsa Amini .
“El principio del fin” es la expresión utilizada en una declaración emitida el 25 de septiembre de 2022 por “Los y las Maestras que Buscan la Justicia” sobre el actual ciclo de luchas en Irán, una semana después del asesinato de Mahsa/Jina Amini. Esta frase capta lo que está en juego en este momento histórico. Implica que los proletarios de las calles, especialmente las mujeres y las minorías étnicas, ven muy cerca el fin de los 44 años de dictadura islámica. Han entrado en una fase explícitamente revolucionaria en la que no hay más solución que la revolución.
El levantamiento de diciembre de 2017-enero de 2018 representó un momento decisivo en la historia de la República Islámica, cuando millones de proletarios de todo el país en más de 100 ciudades se rebelaron contra la oligarquía gobernante, diciendo “basta ya” a una vida regida por la miseria, la precariedad, la dictadura, la autocracia islamista y la represión autoritaria. Fue la primera vez que la sociedad, especialmente los estudiantes de izquierda de Teherán, expresaron la negación del sistema en su conjunto: “Reformistas, partidarios de la línea dura, ¡se acabó el juego!”
En los últimos cinco años, todo el país ha estado en llamas. Se podría decir que arde por ambos lados: entre las revueltas crónicas a nivel nacional y las luchas organizadas en las que participan profesoras , estudiantes, enfermeras, pensionistas, trabajadoras y trabajadores, y otros sectores de la sociedad1 Los y las profesoras, por poner un solo ejemplo, han movilizado seis manifestaciones y huelgas masivas en los últimos seis meses, cada una de ellas en más de 100 ciudades. Los líderes y lideresas, y conocidas activistas de este movimiento han sido detenidas y detenidos, y están ahora en prisión, pero el movimiento de profesoras sigue movilizándose.
Estos dos niveles de lucha -el levantamiento espontáneo de las masas y las formas más organizadas de resistencia- están interrelacionados. Cada ciclo de lucha es más intenso y “militante” que el anterior, y los intervalos temporales entre los ciclos son cada vez más cortos.
No obstante, la muerte de Mahsa/Jina ha desencadenado algo cualitativamente diferente, que debe considerarse una ruptura con el periodo histórico que se inició con el levantamiento de diciembre de 2017-enero de 2018.
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El anterior ciclo de levantamientos fue provocado por razones explícitamente económicas (el triple aumento de los precios del combustible en noviembre de 2019, por ejemplo2) y dirigido contra la miseria generalizada engendrada estructuralmente por el neoliberalismo autoritario durante los últimos 30 años. La crisis económica y la durísima diferenciación de clases en Irán no es simplemente el resultado de las sanciones de Estados Unidos -como los pseudo-antiimperialistas quieren hacernos creer- ni tampoco es simplemente el resultado de los ajustes estructurales impuestos por el Fondo Monetario Internacional después de la guerra entre Irán e Irak en la década de 1990. Aunque estos factores son absolutamente importantes, vemos los problemas sociales no simplemente en términos abstractos y “externos”, sino más bien como el resultado de un proceso histórico más profundo y prolongado en el que la oligarquía gobernante ha desposeído a muchas poblaciones, ha precarizado el trabajo, ha mercantilizado varios ámbitos de la reproducción social y ha reprimido brutalmente a los sindicatos, a los gremios y a cualquier otra forma organizada de hacer política3.
No debemos subestimar los efectos catastróficos y destructivos de las sanciones de EE.UU. y la UE en la vida cotidiana de la gente en la conjetura actual, ni queremos restar importancia a las historias pasadas de “semicolonialismo” en Irán hasta el presente. No podemos olvidar la participación del Partido Laborista en el Reino Unido en el golpe de estado de 1953, ideado por la Agencia Central de Inteligencia, para derrocar al primer ministro democráticamente elegido, Mohammad Mossadegh, que defendía la nacionalización de la industria petrolera en Irán. Fueron precisamente intervenciones imperialistas como ésta las que proporcionaron las condiciones sociales para el ascenso de islamistas como Jomeini, que secuestraron la revolución progresista de 1979 y establecieron una dictadura autocrática4 Por el contrario, nuestra posición es una negación política que opera con la lógica de ni/ni, criticando a la República Islámica y a EE.UU. y sus aliados al mismo tiempo. Esta doble negación es fundamental para formar solidaridades genuinamente internacionales y para la causa del propio internacionalismo5.
Ahora, a pesar de todos los ciclos de luchas y formas de organización política de los últimos cinco años, esta vez es diferente, porque los disturbios se han desencadenado por el asesinato de Jina Amini, una mujer de etnia kurda, a causa del hijab obligatorio, el pilar estructural de la dominación patriarcal en la República Islámica desde la Revolución de 1979. La dimensión étnica y de género de este asesinato estatal ha cambiado la dinámica política en Irán, dando lugar a acontecimientos sin precedentes.
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En primer lugar, el hecho de que las protestas comenzaran en el Kurdistán -en Saghez, la ciudad natal de Jina, donde nació y fue enterrada- desempeñó un papel crucial en lo que ocurrió después. El Kurdistán ocupa una posición peculiar en la historia de los movimientos políticos y las luchas sociales contra la República Islámica. Tras la Revolución de 1979, cuando la mayoría de los persas de Irán dijeron “sí” a un referéndum sobre la creación de una República Islámica, el Kurdistán dijo un fuerte “no” (véase esta foto histórica). Jomeini declaró la guerra -más exactamente, “Jahad”- al Kurdistán. Lo que siguió fue una lucha armada entre el pueblo kurdo (y los partidos kurdos de izquierda) y la Guardia Revolucionaria (es decir, las fuerzas islamistas que tomaron el poder y secuestraron la revolución). Muchos izquierdistas no kurdos también se unieron al Kurdistán en aquel momento, porque consideraban que el Kurdistán era el “último bastión” que había que defender, la geografía social en la que quedaba una posibilidad de hacer realidad los ideales progresistas y de izquierda de la Revolución. Aunque el Kurdistán fue derrotado después de casi una década de lucha armada y numerosas otras formas de organización política, sin embargo, el Kurdistán nunca dobló la rodilla ante la República Islámica.
De ahí que uno de los lemas que surgieron tras el asesinato de Jina fuera “Kurdistán, Kurdistán, el cementerio de los fascistas”. Inmediatamente después del asesinato de Jina, fueron las mujeres kurdas las que empezaron a corear “Jin, Jian, Azadî” (Mujer, Vida, Libertad), el famoso eslogan coreado originalmente por las mujeres kurdas en Turquía y, más recientemente, en Rojava (la parte norte y noreste de Siria). En Irán, este lema se ha extendido más allá del Kurdistán, por todo el país, hasta el punto de que el movimiento actual, que es en realidad una revolución feminista, se conoce con este nombre, “Jin, Jian, Azadî”6.
Manifestantes cantando “Kurdistán, Kurdistán, el cementerio de los fascistas”
Entre los tres términos del eslogan, el segundo, Jian [Vida], tiene algunas características llamativas. Mientras que Jin [mujeres] se refiere a la liberación de género y Azadî a la autonomía y el autogobierno, Jian, recuerda sobre todo al nombre de la mártir simbólica del movimiento, Jina Amini (como en kurdo, Jina también significa vida). En la tumba de Jina, su familia inscribió la siguiente frase: “Querida Jina, no has muerto, tu nombre se ha convertido en el Código”. Ella se convirtió en el símbolo universal de todos las y los mártires anteriores, significando todas las demás Jinas cuyas vidas son arruinadas por la República Islámica, tanto directa como indirectamente, a causa de su género, clase, sexualidad o la destrucción de su entorno ecológico.
Hay un componente existencial en este movimiento, que también se expresa en Twitter (con #Mahsa_Amini o #Jina_Amini) entre los usuarios iraníes que relatan cómo se han desperdiciado sus vidas y las de sus amigos y familiares durante los últimos 44 años: torturadas, encarceladas tanto en formas extrajurídicas como en juicios espectáculo, sus vidas desperdiciadas fuera de la cárcel en la vida cotidiana sin ninguna oportunidad de actualizarse plenamente. Vidas que no vivieron, como dijo el filósofo alemán Theodor Adorno [Das Leben lebt nicht]7. Sin embargo, este recuerdo melancólico del pasado se orienta hacia el futuro, con la aspiración de acabar por fin con la República Islámica zombi que drena nuestras energías vitales y procesos vitales. Hay un futuro que reclamar, un futuro en el que nadie será asesinado por su género o su pelo, en el que nadie será torturado y nadie sufrirá la pobreza, una sociedad sin clases gobernada por una libertad genuina y no sólo formal (aunque no todos comparten este último objetivo).
Porque, ¿qué significa la lucha de clases, sino reclamar la vida en su totalidad liberándola de las formas en que ha sido colonizada por la acumulación capitalista y todas las demás formas de dominación que la sostienen y aseguran?
El miedo a enfrentarse a un régimen autoritario monstruoso que no hace gala de ningún principio se ha convertido en su contrario: rabia, poder y solidaridad. Las clases oprimidas nunca habían estado tan unidas desde la Revolución de 1979. Los vídeos que muestran la hermandad entre las mujeres, unidas contra las fuerzas represivas misóginas, han puesto la piel de gallina a todo el mundo8 Las solidaridades establecidas entre el llamado “centro” y la “periferia” en todo el país, así como entre minorías étnicas tradicionalmente opuestas (entre los kurdos y los turcos en la provincia de Azarbaiyán Occidental) no tienen precedentes. El valor y la determinación de los jóvenes para construir barricadas y luchar con sus propias manos o con adoquines contra la policía son asombrosos y admirables.
Como clase social oprimida, dominada y explotada por encima de todos los demás, las mujeres están en primera línea para transformar el miedo en rabia, la subordinación en subjetividad colectiva, la muerte en vida. Las manifestantes se quitan valientemente los hijabs, los agitan en el aire y los queman en las llamas de las barricadas alzaadas para impedir la violencia policial9. No hay nada más empoderador que quemar hijabs en Irán: es como quemar una esvástica bajo el régimen de Hitler en los años 30. Al contrario de lo que informan los medios de comunicación corporativos occidentales, las protestas en Irán no se refieren simplemente a la “policía de la moral”, sino que representan un rechazo a las relaciones sociales, políticas y jurídicas estructurales que reproducen sistemáticamente el patriarcado capitalista combinado con los códigos islamistas.
Como relación social, el hijab significa un conjunto de elementos constitutivos de la República Islámica. En primer lugar, visto simbólicamente, el hijab obligatorio representa el régimen del patriarcado en su conjunto. La práctica obligatoria de velar el cuerpo recuerda a las mujeres a diario que tienen una posición inferior dentro de la sociedad, que son el segundo sexo, que sus cuerpos son estructuralmente propiedad de la familia, de sus hermanos, padres, parejas masculinas y, por supuesto, de los jefes y el Estado. En segundo lugar, el hijab también representa la autoridad religiosa y autocrática que es capaz -o al menos, fue capaz- de imponer los códigos de vestimenta islámicos en los cuerpos de las clases gobernadas, especialmente de las mujeres. El no al hijab significa desafiar radicalmente la autoridad y la legitimidad de la República Islámica en su conjunto. En tercer lugar, y desde un punto de vista internacional, el hijab como “virtud islámica” también es entendido por las clases dominantes como el representante más importante del “antiimperialismo”. Al igual que Adolf Hitler empleó sistemáticamente la esvástica para expresar ideológicamente la “prosperidad” y el “bienestar” de una sociedad gobernada por el nacionalsocialismo, la República Islámica ha impuesto el hijab a las mujeres para transmitir la impresión de que la sociedad iraní está constituida por la realización de las virtudes e ideales islámicos y, por tanto, se opone fundamentalmente al imperio occidental y a sus valores morales y normas sociales. Así, el hijab representa supuestamente una alternativa ideológica y práctica al imperio.
Inmediatamente después de la Revolución, el 8 de marzo de 1979, decenas de miles de mujeres marcharon por las calles de Teherán contra la imposición del hijab obligatorio, coreando “O un pañuelo o una herida en la cabeza” y “No hicimos una revolución para retroceder”, en referencia al aspecto reaccionario del hijab obligatorio que pretende “hacer retroceder” las ruedas de la historia. En ese momento, los medios de comunicación islamistas y Jomeini etiquetaron a las feministas y a otras mujeres en las calles como partidarias del imperialismo que se suscribían a la “cultura occidental”. Trágicamente, nadie escuchó las voces de las mujeres ni prestó atención a sus advertencias, ni siquiera los izquierdistas que -de forma catastrófica- concedieron una prioridad ontológica a la lucha contra el imperialismo, relativizando y restando importancia a todas las demás formas de dominación como “secundarias”. Hoy, cuando las mujeres queman pañuelos en las calles y toda la sociedad rechaza enfáticamente el hijab obligatorio, esto sacude toda la autoridad patriarcal y autocrática hasta la médula, junto con la legitimidad pseudo-antiimperialista de la República Islámica. Estos son los pilares del dominio de clase en Irán y toda la población los rechaza. La república islámica ya está muerta en la mente de su pueblo; ahora el pueblo debe matarla en la realidad.
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Seamos claros: la quema de pañuelos no es un gesto de la derecha orientado a una islamofobia fascista. Nadie está desafiando la religión de nadie. Más bien es un gesto que proclama la emancipación del hijab obligatorio, que controla el cuerpo de las mujeres. El hijab no tiene nada que ver con la “cultura de la mujer” en Oriente Medio, como insinúan algunos pensadores postcoloniales. En el contexto de la República Islámica, el hijab es un método de dominación de clase, parte integrante del patriarcado capitalista, y debe ser criticado sin concesiones.
Como relación social históricamente específica, el capitalismo tiene la capacidad de emplear relaciones sociales “no capitalistas” al servicio de su propia acumulación y reproducción. La religión, al igual que el patriarcado, no es una cosa del pasado; no es un residuo anacrónico que yace bajo la superficie de la sociedad moderna sin eficacia social. En una sociedad capitalista como la iraní, la dominación de clase en su conjunto está mediada por los códigos islámicos y recodificada a través de ellos. El hijab obligatorio ha sido un elemento crucial en el patriarcado de la República Islámica que ha marginado a las mujeres y controlado sistemáticamente sus cuerpos. Esto también ha provocado una división dentro de la clase trabajadora, en el sentido amplio del término, a través de las jerarquías de género y la dominación interpersonal.
Los pseudo-antiimperialistas que piensan que la gente de la calle son simplemente marionetas de Israel, Arabia Saudí y Estados Unidos no sólo privan a la gente de su capacidad y subjetividad de una manera típicamente occidental al presuponer una “esencia abstracta” para una sociedad como la iraní, sino que también reproducen el discurso y la práctica reaccionaria de la propia República Islámica. Comprender esto es crucial para la solidaridad internacional con las mujeres de Irán y las clases oprimidas en general. Sorprendentemente, incluso las mujeres musulmanas religiosas que llevan vestidos islámicos como el chador han rechazado enfáticamente el hijab obligatorio y han apoyado este movimiento en las calles y en las redes sociales.
Con las mujeres al frente de las luchas que combaten valientemente el aparato represivo del Estado, la República Islámica nunca ha parecido tan débil. La cuestión no es “qué hay que hacer”, sino cómo acabar con ella.
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El Kurdistán inició las protestas e introdujo consignas feministas y antiautoritarias. Esto catalizó a los y las estudiantes -el sector social que siempre está a la vanguardia de los acontecimientos políticos- en las universidades, especialmente en Teherán, para que organizaran protestas y ampliaran el levantamiento mediante sus asambleas y huelgas de brazos caídos. Al igual que el COVID-19, en el lapso de los dos días siguientes a la muerte de Jina, el levantamiento se extendió por todo el país; hasta ahora, las clases oprimidas han luchado con uñas y dientes contra las fuerzas represivas del régimen en más de 80 ciudades del país.
Como hemos entrado en una etapa explícitamente revolucionaria, los conflictos callejeros entre los manifestantes, por un lado, y la policía y el Basij (la organización miliciana del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica), por otro, se han vuelto menos “unilaterales” que antes. La gente se ha dado cuenta de que, con la cooperación social, la solidaridad y la práctica, ellos también pueden agotar las fuerzas represivas y acabar con ellas. Especialmente las y los jóvenes están aprendiendo varios métodos de autodefensa, como la fabricación de un “tornillo de clavos artesanal” que pincha la rueda de las motos de la policía y les impide moverse libremente para llevar a cabo los ataques. Los médicos independientes están anunciando sus números de móvil en Internet para ayudar a los heridos en las protestas, ya que ir al hospital suele ser peligroso. También se pide una “organización vecinal”, una estructura local para conectar a quienes viven en la misma zona.
Dado que el aparato ideológico del gobierno se ha vuelto disfuncional para la mayor parte de la sociedad, el principal medio a través del cual la República Islámica sigue reproduciéndose es el aparato represivo que, sólo durante este levantamiento, ya ha matado a 80 personas y ha detenido a miles de manifestantes.10 No olvidemos que esto ocurrió durante un apagón de Internet, un método brutal que la República Islámica ha empleado repetidamente en el pasado, especialmente durante el levantamiento de noviembre de 2019-Abaan-e-Khoonin [“Noviembre sangriento”]-cuando “las autoridades cerraron completamente Internet durante cuatro días sucesivos, transformando el país en una gran caja negra, masacrando al pueblo con impunidad.”^11] Jina Amini también representa y llama a la memoria a las y los cientos de mártires que fueron asesinadas en esa época11 Quienes apoyan a la República Islámica con el argumento de que es una fuerza antiimperialista en la geopolítica mundial ignoran convenientemente que asesina a su propio pueblo en las calles, lo encarcela ilegalmente y lo tortura para extraerle confesiones falsas.
Ahora, después de diez días, las perspectivas de este ciclo de levantamiento de masas espontáneo dependen de las formas de resistencia más organizadas, especialmente la huelga de trabajadores, profesores y estudiantes. En Irán, a diferencia de las sociedades capitalistas más avanzadas, los sindicatos no están integrados en el sistema capitalista. Los sindicatos no pretenden simplemente realizar sus propias reivindicaciones particulares, obstaculizando así la formación de un movimiento más radical. Más bien, buscan transformaciones fundamentales que las clases dominantes ven como una amenaza existencial. Esta es la razón por la que cientos de miembros de sindicatos y gremios (profesores, estudiantes, trabajadores, activistas de los pensionistas) están actualmente en prisión, algunos de ellos torturados.
Durante los últimos cuatro días, ha habido muchos llamamientos a la “huelga general” por parte de estudiantes y profesores progresistas y también de algunos militantes anónimos que han producido vídeos de agitación utilizando canciones revolucionarias producidas tras la Revolución de 1979. Los trabajadores del petróleo también han amenazado con ir a la huelga si la República Islámica sigue reprimiendo las protestas en las calles12. Si esto ocurre, toda la dinámica cambiará.
Lo que sí es cierto es que el levantamiento necesita nuevas energías, un acontecimiento que le permita seguir adelante, ya que es muy difícil mantener un levantamiento de este tipo a diario durante un largo periodo de tiempo. En términos más generales, más allá de las exigencias inmediatas del presente, el derrocamiento de la República Islámica depende en gran medida de cuestiones organizativas cruciales que requieren no sólo un “intelecto colectivo”, sino también tiempo para ponerlo en práctica a través de ensayo y error. El eslabón que falta es una relación orgánica entre el levantamiento de masas espontáneo y otras formas de lucha organizadas. Esto implica que cada una de las partes de esta relación se organice más internamente, mediante la formación de organizaciones locales-nacionales y acciones más coordinadas entre los sindicatos y los gremios.
Y lo que es más importante -y esto es crucial para la solidaridad internacional-, es necesario promover las tendencias radicales dentro del movimiento, mientras que los elementos reaccionarios deben ser criticados. La revolución que busca la sociedad no es simplemente una política en la que la autocrática República Islámica es desplazada por otra forma política -por ejemplo, más democrática-liberal-. Es también una revolución social en la que no sólo se transforman las subjetividades individuales de la gente, sino también las estructuras sociales más importantes. Los medios de comunicación corporativos de Occidente (por ejemplo, la BBC Persa e Irán Internacional), así como los activistas célebres como Masih Alinejad (que colaboran con las fuerzas más conservadoras de Estados Unidos, las que están a favor de la prohibición del aborto y del “cambio de régimen” mediante la intervención militar) hacen todo lo posible por promover las tendencias reaccionarias dentro del movimiento, reduciendo todo el problema a la cuestión de los “derechos humanos”. Presentan erróneamente las relaciones sociales que surgen de las estructuras de las sociedades capitalistas como meramente jurídicas. Su propaganda manipuladora presenta una alternativa reaccionaria, inyectando dosis de “lealtad” en el imaginario popular: una política que pretende revivir el orden político-social derrocado por la Revolución de 1979.
La gente en las calles no es estúpida; no da mucha importancia a esta narrativa. Es importante que nuestros camaradas internacionalistas de todo el mundo apoyen las tendencias y consignas radicales del movimiento, oponiéndose a la diáspora lealista que difunde el nacionalismo llevando a las manifestaciones la bandera de Persia antes de la revolución de 1979.
El problema no es sólo cómo derrocar la República Islámica, sino cómo defender la revolución y sus fuerzas progresistas después de su derrocamiento. Cuanto más apoyo reciban las fuerzas radicales y los elementos progresistas, más fácil será defender la revolución contra las fuerzas reaccionarias. La República Islámica desempeña un papel crucial en la acumulación mundial de capital (a través del suministro de materias primas como el petróleo y el gas) y también en las relaciones de poder geopolítico en Oriente Medio. Evidentemente, las potencias regionales y mundiales harán todo lo posible por moldear el proceso revolucionario y su resultado para alinearlo con sus propios intereses económicos y geopolíticos. Sólo con fuertes solidaridades internacionales que apoyen a las tendencias más radicales dentro del movimiento, la revolución que aún está por llegar podrá mantenerse contra las fuerzas reaccionarias del fidelismo, contra las intervenciones geopolíticas y contra la integración violenta en los circuitos globales de acumulación.
El futuro está marcado por la incertidumbre. Sin embargo, la lucha de clases desde abajo y contra todas las formas de dominación seguirá siendo una fuerza material importante en el curso de la historia del capitalismo. De eso estamos seguras.
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Apéndice: Feministas de izquierda kurdas sobre el levantamiento feminista en Irán
Una declaración escrita y firmada por feministas de izquierda del Kurdistán sobre la actual insurrección feminista en Irán.
Están escuchando nuestra voz desde el Kurdistán. Es una voz colectiva de izquierdistas y feministas marginadas de una geografía cuya historia está marcada por la discriminación, el encarcelamiento, la tortura, la ejecución y el exilio. Esto ha sido así desde los primeros días de la Revolución de 1979. Somos mujeres kurdas y personas queer que heredamos una historia no sólo llena de violencia sino también de lucha y resistencia. Siempre hemos tenido que luchar en múltiples frentes: en un campo de batalla, contra el patriarcado de los hombres kurdos y no kurdos, y en el otro, contra el fundamentalismo islamista del régimen y la imposición de su jerarquía de género. En contra de las feministas chauvinistas, hemos estado luchando muy duro para articular la opresión de género en su interseccionalidad con varias formas de dominación impuestas sobre nosotras como minoría étnica-nacional.
Hoy en día, asistimos a una revolución feminista en Irán en cuanto a la forma y el contenido. El lema kurdo de “Jin-Jiyan-Azadî” (“Mujer-Vida-Libertad”) se ha convertido en el estribillo central de este ciclo de luchas, dándole una nueva y fresca vida. Expresamos nuestro apoyo incondicional a las luchas del pueblo de Irán, especialmente a las valientes e imparables luchas de las mujeres en las calles. Dado que el actual levantamiento nace del asesinato de Jina Amini por parte del feminicidio estatal, nos gustaría nombrar este levantamiento en honor a Jina: “el movimiento de Jina” [“el movimiento por la vida”]. El nombre Jina en kurdo significa tanto vida como dar vida, lo que nos recuerda a Jiyan, el término medio del eslogan que ahora se canta en todas partes. Para nosotros, Jina es un nombre apropiado porque creemos que “Berxwedan jiyan e “ [una referencia al lema kurdo, “la vida es resistencia”].
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Este levantamiento no sólo ha elevado la cuestión de la opresión de género y sexual a una preocupación pública, sino que también ha demostrado en la práctica cómo las formas de opresión de género, étnicas y de clase pueden articularse de manera radical, es decir, como interrelacionadas entre sí. Esta articulación política ha permitido a los manifestantes formar un frente fuerte y unido contra la dictadura, el Islam político, el machismo, el patriarcado y la dominación del capital. Las mujeres y las personas queer que han llevado las luchas sociales de la llamada esfera “privada” a la esfera “pública”, del ámbito doméstico a las calles, son realmente inspiradoras para nosotros, ya que han demostrado que la liberación del patriarcado, el Estado y el capital están profundamente interrelacionados.
No olvidemos que nos encontramos en una coyuntura crítica, un punto de inflexión crucial en la historia. Jina se ha convertido en nuestro código común, que nos une en estas circunstancias multifacéticas y difíciles. Nos vemos como parte de los movimientos sociales que buscan justicia por el asesinato de todas las jinas, especialmente el movimiento feminista y de izquierda que se opone al feminicidio y al asesinato de queers, a la vez que se posiciona en contra de los “nacionalismos excluyentes” (ya sea del lado de la izquierda o de la derecha).
“Jin-Jiyan-Azadî” apareció originalmente en las luchas de las mujeres kurdas en Turquía y recientemente se convirtió en uno de los principales lemas en Rojava; en Irán, se extendió en un abrir y cerrar de ojos a todos los rincones de todo el país. Lo inspirador del eslogan es que puede superar las fronteras históricamente establecidas por las fuerzas coloniales e imperialistas en Oriente Medio, tal y como ha hecho el pueblo kurdo, una nación sin Estado, en la región, especialmente las mujeres kurdas. Consideramos que esta unidad transnacional y transfronteriza es un indicio de la fuerza del movimiento de las mujeres kurdas, incluso un buen augurio. Al igual que nos consideramos parte integrante de las protestas de las mujeres y de las comunidades queer en Irán, también utilizamos la acumulación de experiencias históricas de mujeres y personas queer en otras partes del Kurdistán en Irak, Turquía y Siria. “Jin-Jiyan-Azadî”, utilizado tradicionalmente en los funerales de los y las mártires kurdos, se canta ahora en el funeral de nuestra mártir, Jina Amini. Esto nos permite hablar del poder, la subjetividad y el coraje de las mujeres en su lucha contra las fuerzas patriarcales impulsadas por la muerte y la esclavitud.
Iniciado por el feminicidio estatal de Jina, el actual levantamiento se convirtió rápidamente en un movimiento contra el hiyab obligatorio en particular y a favor del derrocamiento del régimen en general. El movimiento ha sido capaz de desafiar, e incluso deconstruir, las narrativas e imágenes predominantes que describen a las mujeres kurdas, así como a las mujeres de otras etnias en Irán, en dos aspectos específicos. En primer lugar, la tergiversación racista de los nacionalistas de las mujeres de las minorías étnicas como simples marionetas en manos de los partidos políticos, sin capacidad de acción propia. En segundo lugar, la visión orientalista occidental de las mujeres de Oriente Medio.
Las represiones y atrocidades del régimen no son nuevas para nadie. Desde su violento establecimiento tras la Revolución de 1979, la respuesta de la república islámica a todos los conflictos sociales ha sido siempre la represión, es decir, el encarcelamiento y el asesinato de manifestantes. Como muchas otras personas en Irán, cientos de mujeres y activistas feministas han sido detenidas durante las últimas dos semanas y están en prisión. Sin embargo, las mujeres y las personas queer han demostrado que el miedo ya no puede impedirles participar en los diversos movimientos que crecen en la sociedad. Pueden convertirse, y ya lo han hecho, en las pioneras en derrocar a los dictadores masculinos y a los oligarcas de toda la región.
Lo que está ocurriendo ahora en Irán promete el comienzo de una nueva era histórica de lucha contra la violencia, el fundamentalismo y la privación del derecho a la vida. Nos consideramos parte de este movimiento, e invitamos a los grupos de izquierda y feministas/queer de toda la región y del Sur Global a unirse a nosotros en esta guerra. Hacemos un llamamiento a las feministas kurdas, turcas, árabes y baluchas para que se unan a nosotras con el fin de redefinir la interseccionalidad de las diversas formas de dominación que se nos imponen a todas de una manera progresista, es decir: más allá de las formulaciones patriarcales de la opresión étnica. También hacemos un llamamiento a las feministas anticapitalistas y antirracistas de “Occidente” y de otras partes del mundo para que apoyen nuestra causa y estén a nuestro lado. Los ideales de libertad y emancipación no pueden realizarse sin reclamar el derecho a nuestras vidas; esto es lo que precisamente resuena en Jin-Jiyan-Azadî. Nuestra revolución feminista sigue muy de cerca esta consigna, exigiendo así una solidaridad auténticamente mundial para su realización en la práctica.
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Otras lecturas
- El corazón palpitante del movimiento obrero en Irán: sobre el neoliberalismo y la resistencia en Irán
- El pan de la libertad, la enseñanza de la liberación: una entrevista con un maestro sobre el movimiento de maestros por Colectivo 98 (farsi)
- Pseudo-Anti-Imperialismo iraní
- Hay una cantidad infinita de esperanza, pero no para nosotros
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Para conocer los antecedentes del levantamiento de noviembre de 2019, véase la declaración del Colectivo 98 en la revista Roar, firmada por más de cien militantes, activistas y académicos. Para un análisis del neoliberalismo en Irán, lea esto. ↩
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Para más información sobre el levantamiento de noviembre de 2019, véase el texto que Colectivo 98 escribió en su primer aniversario. ↩
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Para más información sobre la cuestión del pseudo-antiimperialismo, lea esto. ↩
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John Newsinger, The Blood Never Dried: A People’s History of the British Empire (Londres: Bookmarks Publication, 2006), “Iranian Oil”, pp. 174-77. Asef Bayat, Revolution Without Revolutionaries: Making Sense of Arab Spring (Standford, California: Stanford University Press, 2017), pp. 2-7. ↩
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Véase la carta abierta del Colectivo 98 a ACTA, una de las plataformas de izquierda más importantes de Francia, que publicó un artículo catastróficamente ideológico desde el punto de vista del pseudo-antiimperialismo sobre los elogios a Ghassem Suleimani, el general militar de la Guardia Revolucionaria, que no sólo reprimió a los disidentes en Irán, sino que también desestabilizó Irak, Siria y, de hecho, toda la región. ↩
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Para obtener más perspectiva sobre esta consigna, consulte la entrevista que RadioZamaneh realizó a los activistas de izquierda dentro de Irán que convocaron una huelga general. ↩
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Theodor Adorno, “Minima Moralia: Reflexiones sobre una vida dañada” ↩
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Véase la famosa foto tomada en Teherán, unos minutos después de la medianoche, en la que tres mujeres, uniendo sus manos, agitan sus cicatrices en el aire detrás de barricadas en llamas. ↩
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Véase, por ejemplo, este vídeo viral en el que las mujeres queman sus pañuelos y bailan alrededor de una hoguera. Para algunas feministas iraníes, esto recuerda a las brujas de antes del auge del capitalismo. ↩
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Para las estadísticas que detallan los asesinatos y las detenciones en el Kurdistán, consulte este informe. ↩
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304 a 1500 El número real de víctimas no está claro. Amnistía Internacional confirma que al menos 304 personas murieron, mientras que Reuters informa de 1500 personas. ↩
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Para un análisis de la reciente huelga de los trabajadores del petróleo, véase Iman Ganji y José Rosales, “La amarga experiencia de los trabajadores en Irán-Una carta de los compañeros”. ↩